COLECCION ESCUELA DIPLOMATICA_NUM 18
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4.11. DEFENSA E IMAGEN NACIONAL EN EL SIGLO XXI<br />
mundo. En el siglo XVIII, los acontecimientos<br />
tardaban semanas en conocerse por Europa; en<br />
1989, con la caída del muro, horas; hoy, los acontecimientos<br />
de la Plaza Tahir se vivieron en directo,<br />
desde Los Ángeles a Yakarta. De hecho, lo que<br />
caracteriza en la actualidad a la revolución de los<br />
medios de comunicación es su carácter uniformemente<br />
acelerado: la televisión por satélite de<br />
los noventa dejó atrás a cualquier otro medio de<br />
comunicación a la hora de retransmitir noticias:<br />
tras el 11S a al televisión superaron webs y blogs;<br />
a día de hoy, éstos han sido superados en la “primavera<br />
árabe” por las redes sociales y por canales<br />
de vídeo tipo youtube. La imagen que, voluntaria<br />
o involuntariamente, proyecta un país, se transmite<br />
en tiempo real a todo el mundo, de manera<br />
tan instantánea como imparable.<br />
En segundo lugar, la imagen transmitida a través<br />
de Internet tiene unos efectos que van más allá<br />
de los simples acontecimientos. El efecto multiplicador<br />
de las técnicas actuales de comunicación<br />
hace que la imagen -verdadera o falsa- de<br />
una nación se ponga en juego de manera mucho<br />
más profunda de lo que los hechos realmente<br />
merecen: la legitimidad de una decisión o incluso<br />
la reputación de un país resultan afectadas de<br />
manera intensa y penetrante por acontecimientos<br />
que, si no por el ciberespacio, no supondrían<br />
problema alguno para sus gobernantes. El futuro<br />
de éstos puede hoy verse arruinado irremediablemente<br />
por una simple imagen transmitida a<br />
través de youtube o twitter.<br />
En tercer lugar, la imagen de un país deteriorada<br />
en uno de sus aspectos repercute directamente<br />
en los demás: la debilidad económica repercute<br />
en la imagen institucional, y viceversa. A la<br />
profundidad del daño en la imagen se suma la<br />
extensión a otros aspectos nacionales. Y lo que<br />
parece más importante: una vez perdida la batalla<br />
de la imagen, los instrumentos del Estado<br />
–incluidos los de la diplomacia y la estrategiase<br />
ven también afectados, aunque ellos mismos<br />
tengan poco que ver con el problema original.<br />
En la era de Internet, las herramientas de defensa<br />
de un estado pueden verse maniatadas<br />
en determinados aspectos por acontecimientos<br />
que nada tienen que ver con ellos, pero que los<br />
deslegitiman limitando o impidiendo su uso.<br />
Pero además, este último aspecto señala el<br />
verdadero valor la globalización y el auge de<br />
las nuevas tecnologías: no solamente son una<br />
nueva variable que se impone a los actores de<br />
las relaciones internacionales: son también instrumento<br />
estratégico, a través del cual aliados,<br />
amigos y enemigos buscan mejorar su propia<br />
imagen y variar la del resto. Además de convertirse<br />
en un nuevo campo de batalla político y<br />
estratégico, también se trata de un arma que los<br />
distintos países tratan de utilizar.<br />
De nuevo esto no es propio: los historiadores<br />
sitúan la propaganda como consustancial a los<br />
asuntos estratégicos y diplomáticos. Pero en la<br />
era de Internet, ésta ha adquirido un papel fundamental,<br />
hasta el punto de resultar de mayor<br />
importancia que los propios medios materiales<br />
de la defensa. La "primavera árabe" y las guerras<br />
civiles en el norte de África y Oriente Medio<br />
triunfaron cuando uno de los bandos pudo<br />
deteriorar rápidamente la imagen del otro, al<br />
tiempo que salvaguardaba la propia: ante el manejo<br />
de twitter, facebook y youtube por parte de<br />
los revolucionarios, los regímenes de Ben Alí,<br />
Mubarak o Gadafi se mostraron incapaces de reaccionar<br />
a tiempo y de reaccionar con garantías.<br />
A lo sumo, los dictadores acosados acudieron a<br />
los mensajes radiados o televisados; por mucho<br />
que llegasen a grandes masas de población nativa,<br />
eran instrumentos técnicos que fallaban en<br />
su propósito de legitimar la imagen allí donde<br />
hacía verdaderamente falta: en la comunidad<br />
internacional, la que reconocería, armaría y<br />
apoyaría a los rebeldes. Pese a los intentos de los<br />
dictadores por interrumpir la comunicación,<br />
acabó triunfando la imagen propia y ajena que<br />
transmitían los rebeldes egipcios, tunecinos o<br />
sirios. Las fuerzas de seguridad o los ejércitos<br />
fueron instrumentos que resultaron impotentes<br />
para vencer en una guerra en la que habían<br />
perdido la batalla por la imagen. La evidente superioridad<br />
material no pudo con una inferioridad<br />
“moral” fruto de una imagen perversa ante<br />
la comunidad internacional.<br />
El control del ciberespacio, el acceso a los medios<br />
de comunicación o el acceso de éstos a<br />
otras poblaciones se convierte así en un ele-<br />
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