COLECCION ESCUELA DIPLOMATICA_NUM 18
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4.9. UNA APUESTA VENCEDORA<br />
vinagres selectos, embutidos de cerdo ibérico,<br />
azafrán. Y un largo etcétera. La lista es tan extensa<br />
que hay que estar orgulloso.<br />
A partir de ahí, será preciso, como desarrollaré<br />
más adelante, encontrar un vehículo para<br />
llevar este patrimonio a todos los rincones del<br />
mundo, abrir una vía por la que circulen continuamente<br />
estas mercancías preciadas que deben<br />
convertirse en uno de los pilares de nuestra<br />
economía. Y este vehículo puede ser, debe<br />
ser, un vehículo de vanguardia, nuestra alta<br />
cocina contemporánea. Pero antes me gustaría<br />
efectuar un breve recorrido por la historia más<br />
reciente de nuestra cocina, a fin de iluminar<br />
una trayectoria que puede ser muy ilustrativa<br />
de una manera de hacer y de una conjunción<br />
afortunada de factores.<br />
¿De dónde venimos?<br />
¿Cómo ha llegado la alta cocina española a erigirse<br />
en faro de toda la gastronomía occidental?<br />
¿Cómo es posible que, arrancando más tarde<br />
que muchos países europeos, hayamos podido<br />
acelerar hasta ponernos en esta primera posición?<br />
Porque, en efecto, en España veníamos<br />
de una situación poco favorecedora. Durante la<br />
larga posguerra era muy difícil, por no decir imposible,<br />
que se desarrollara en nuestro país una<br />
gastronomía de alta calidad y abierta al mundo,<br />
como sí existía en Francia y como comenzaba a<br />
producirse, ya desde mediados de la década de<br />
1950, en otros países del continente europeo.<br />
Cuando apareció el movimiento de la nouvelle<br />
cuisine, a finales de la década de 1960, se produjo<br />
una especie de efecto dominó en Alemania,<br />
en Italia, en Bélgica, en Suiza, países en los<br />
que los cocineros, sobre todo los jóvenes, se sumaron<br />
a la nueva tendencia.<br />
En nuestro país se debió esperar a que llegara<br />
la transición y se sentaran las bases de un país<br />
moderno, encarado a Europa y el futuro. El creciente<br />
bienestar de la población, cada vez más<br />
generalizado, provocó un mayor interés por la<br />
gastronomía entre sectores más amplios de la<br />
sociedad, un factor sin el cual, indudablemente,<br />
no se habría podido desarrollar una alta cocina<br />
con solidez. Tampoco, ya lo he señalado anteriormente,<br />
sin la despensa de productos, difícilmente<br />
igualable, y nuestra tradición culinaria,<br />
tan rica y variada.<br />
Pero existe otro factor que es fruto de una conjunción<br />
afortunada, la aparición de una generación<br />
de cocineros jóvenes que unían savoir faire,<br />
un indudable talento y una voluntad de cambiar<br />
la cocina española. El primer germen de esta<br />
nouvelle cuisine ibérica fue la llamada Nueva<br />
Cocina Vasca, creada a mediados de la década de<br />
los setenta por Juan Mari Arzak, Pedro Subijana,<br />
Karlos Argiñano, Ramón Roteta, Juan Castillo<br />
y otros cocineros. Asentados en una tradición<br />
gastronómica sólida, los cocineros vascos no<br />
sólo nos trajeron los principios y premisas de la<br />
nouvelle cuisine, sino que supieron adaptarlos<br />
con brillantez y habilidad a la cocina de nuestro<br />
país. La realidad de la cocina vasca no era un espejismo<br />
de la época, sino que supo evolucionar<br />
y hoy en día sigue siendo uno de los pilares emblemáticos<br />
de la gastronomía española.<br />
Pero poco a poco estos polos también se fueron<br />
diversificando, y en Cataluña comenzó a<br />
asentarse una cultura gastronómica con características<br />
propias. Contábamos con cocineros<br />
y restauradores de indudable valía como Josep<br />
Mercader o Ramón Cabau, entre otros, y restaurantes<br />
que estaban realizando propuestas muy<br />
estimulantes, como El Racó d’en Binu, Jaume de<br />
Provença i Eldorado Petit, todos ellos auténticos<br />
pioneros de lo que llegó después. En otras<br />
autonomías, la semilla de la nueva cocina iba<br />
despuntando y poco a poco se iba haciendo un<br />
lugar junto a las propuestas de la época, de cariz<br />
clásico o bien tradicional. Entre los grandes<br />
restaurantes que ocupaban el espacio de la alta<br />
cocina, destacaban Jockey, Horcher, Reno, Vía<br />
Veneto o Finisterre, por citar sólo algunos. Por<br />
su parte, Zalacaín comenzaba a despuntar a finales<br />
de aquella década. Años más tarde sería el<br />
primer restaurante español en obtener las tres<br />
estrellas Michelin.<br />
En la vanguardia mundial<br />
Después de estos pioneros, ya en los años<br />
ochenta comenzamos a ejercer varios cocineros<br />
que, desde el principio, fuimos fieles cada uno<br />
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