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TESIS DOCTORAL - UNED

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Segunda parte los personajes: sus funciones actanciales y actoriales<br />

Patrocinio y el padre Claret son la encarnación de un tradicionalismo fanático<br />

contrario a la evolución del país.<br />

Sor Patrocinio se destaca, de entrada, por su oposición al progreso, o sea,<br />

al objeto de deseo del pueblo. Durante su entrevista con el Maligno que le<br />

propone aliarse con él, para que sus llagas y el Progreso cogidos de la mano<br />

pongan a España a nivel europeo, se niega rotundamente: insistentemente, dice<br />

preferir estar muerta y putrefacta a aceptar una España progresista. Mantendrá<br />

esta oposición a lo largo de la pieza. Esta postura radical de la religiosa<br />

compartida por su correspondiente masculino, el padre Claret, no sería más que<br />

elucubración de monja, sin trascendencia si se limitara al recinto del convento.<br />

Pero lo grave es que seres tan insustanciales y con motivos poco sólidos son los<br />

árbitros de todo un pueblo y de los destinos de la Historia.<br />

El padre Claret y sor Patrocinio con su fama de santos, están en reservado<br />

concierto para disponer a su antojo del ánimo de la Reina Isabel II. Aparentan<br />

representar la autoridad divina al servicio de España, y por eso, se imponen<br />

como exclusivos consejeros de la reina. Cuando, para resolver los problemas del<br />

reino, la Reina pide la opinión del señor Río Rosas, el padre Claret se rebela y la<br />

amenaza:<br />

¡Dice el señor Ríos Rosas! (…) ¡No está mal! Y yo pregunto: ¿quién es el<br />

señor Ríos Rosas? ¿Es, tal vez, un virtuoso sacerdote, (…) Mi Reina t señora<br />

sabe que tiene consejeros más calificados que el señor Ríos de Rosas, ¡que será<br />

un buen hombre, yo no le discuto su mérito!, pero que no está preparado para<br />

dirigir las conciencias y mucho menos, la conciencia de la Majestad católica…<br />

Si quiere aconsejar a los reyes, que se vaya a Inglaterra con la reina Victoria<br />

que, como es protestante, tiene el Infierno asegurado… Pero España es<br />

diferente, hijita, aquí somos otra cosa… (Miras, 1988: 59).<br />

Pág 164

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