TESIS DOCTORAL - UNED

Cuarta parte Análisis del discurso
(…) (Hace Quiteria enérgicas señales de silencio. Se oyen aún lejanos (…) redobles de
tambor (…) En efecto, el tambor se aproxima y decrece el ruido de las voces, con lo que
oírse puede el pregón cada vez más claro. Tras la voz del pregonero suena un corto redoble,
seguido del golpe seco del azote y la queja o gemido de la Pajarera… (Miras, 1992b:
100-101).
En Una tempestad, es el eco el que se encarga de significar el alejamiento,
así como lo evidencia el discurso didascálico del final de la pieza: Defenderé la
civilización, chilla próspero, mientras Calibán se aleja: A lo lejos, entre el ruido
de la resaca y el piar de los pájaros, se oyen algunos trozos de la canción de
Calibán: ¡libertad ohé, la Libertad!
En resumen, es, sin duda, la característica más perceptible de la voz: la
materialización de la distancia. Cuando un personaje grita, llama o susurra, besa,
abraza, etc., sugiere la extensión o la reducción de la escena. De manera general,
la voz, igual que la gestual, estructura el espacio escénico, llama la atención y la
inteligencia del espectador para que éste perciba la relación sugerida.
Para completar el capítulo de lo no verbal, tendríamos que estudiar la
música en escena manifestada por los cantos y la danza. La unión de gestos y
movimientos efectuados por el cuerpo humano equilibrada, armónica y
estéticamente, constituye la danza, que puede ser considerada como un sistema
más de signos. Generalmente, la danza va acompañada de música y en el teatro
de Miras y sobre todo de Césaire, hay danza por una parte, cuantos por otra, o
ambos unidos, son empleados profusamente. En el teatro de Miras, destacan las
canciones del ciego Marchena en La Venta del Ahorcado y de Perico el Ciego en
de San Pascual a San Gil, mientras que podemos contar veinte intervenciones
cantadas en La tragedia del rey Christophe (de las que siete se atribuyen a
Hugonin) y veinte canciones individuales o colectivas (de las que dieciséis
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