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TESIS DOCTORAL - UNED

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Tercera parte:<br />

Análisis de las determinaciones espaciales y temporales<br />

de representación del relato y del drama radica en que el transcurso del tiempo<br />

de la acción está, en el drama, tan ligado al tiempo del espectador que incluso la<br />

duración de una obra dramática está limitada por la capacidad normal de<br />

concentración por parte del espectador (G. Barrientos, 1991: 129). El tiempo en<br />

que transcurre la acción en una novela está totalmente aislado del tiempo real en<br />

el que vive el lector.<br />

En resumen, la independencia, para la literatura narrativa, del tiempo de la<br />

acción (representado) respecto al tiempo de la comunicación (pragmático) es la<br />

que explica la libertad o flexibilidad del tiempo narrativo del tiempo narrativo<br />

frente a la supuesta rigidez del tiempo dramático, que se deriva del predominio<br />

del tiempo real, el de la comunicación (escenificación) al que el tiempo de la<br />

acción se encuentra pasivamente sometido 14 . La pregunta que viene a la mente<br />

es saber cómo, con posibilidades tan rígidas o más limitadas que las del modo<br />

narrativo, el teatro llega a representar el tiempo, o sea al lado de su<br />

sometimiento al tiempo real de la puesta en escena, ¿con qué margen de libertad<br />

cuenta el drama para manipular el tiempo? Para contestar a esta pregunta es<br />

indicado ver los niveles temporales que el teatro contempla.<br />

De hecho, casi todos los análisis del tiempo dramático, como legado de la<br />

narratología 15 coinciden en destacar tres temporalidades equivalentes a las que<br />

destaca Bobes Naves (1991: 221):<br />

a) un tiempo de la representación, que suele estar fijado en las<br />

convenciones sociales de cada tiempo y cultura.<br />

14 A este propósito, es particularmente enriquecedora la opinión de Bobes (1991: 218-220).<br />

15 Genette (1972: 72-76) distingue el tiempo de la historia (objeto del relato), o del relato (es decir, del<br />

enunciado) y el de la narración (o sea, de la enunciación).<br />

Ricoeur (1984: 113-131) coincide más o menos con Genette; considera un tiempo del narrar, un tiempo<br />

narrado, y una experiencia ficticia del tiempo proyectada por la conjunción/disyunción entre el tiempo empleado<br />

en narrar y el tiempo narrado.<br />

Pág 98

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