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TESIS DOCTORAL - UNED

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Segunda parte los personajes: sus funciones actanciales y actoriales<br />

traslucir, a veces, destellos de autoritarismo y antipatías personales: las rencillas<br />

que sostiene con sor Catalina se perciben en las reticentes expresiones que le<br />

dirige: Sabía yo que no andaría lejos ésta; habló la doctora. Con sor Anastasia,<br />

mujer descarada y rústica, mantiene una actitud tensa que estalla en el momento<br />

de la posesión demoníaca cuando le recuerda su superioridad frente a ella: ¡Tú!<br />

¿Tú, tú, me lo mandas? ¿Tú? ¡Yo soy capitán!, capitán y cabeza en mi<br />

jerarquía! ¿cómo… cómo tú te quieres poner conmigo? (Miras, 1985: 66). En<br />

cuanto a sor Catalina Manuel, es una mujer que desea el cargo y envidia la<br />

posición de la priora, por lo que se muestra siempre despechada. A pesar del<br />

materialismo que las caracteriza a todas, existen, en esta pieza, dos ejemplos de<br />

comportamientos ruines: sor Anastasia y Fray Francisco García. De sor<br />

Anastasia ya revelamos el origen plebeyo que explica su demesurado deseo de<br />

grandeza, su materialismo a ultranza y su propensión a la venganza, cosas que<br />

por raras en una monja parecen inverosímiles. Maneja un registro lingüístico<br />

vulgar que le permite insultar a las demás; ella misma reconoce que tiene una<br />

boca que suelta el arcabuzazo sin mirar lo que dice. A su cnfesor lo moteja con<br />

el calificativo de putico, y al demonio de la priora lo llama: bellaco, alcornoque,<br />

de bellacos hideputas, trata a los demonios que les ha mentido en el asunto de<br />

Sor Ana María de Loaysa. Sin embargo, el personaje más vil de esta pieza nos<br />

parece ser Fray Francisco García Calderón, Vicario del convento, confesor de<br />

las monjas. Es un personaje ya configurado por la Historia, en la que Marañón<br />

(1936: 192) afirma que era un perturbado y un cínico y que los hombres más<br />

serios de la orden lo tenían por loco y tenaz. El propio Marañón en otro<br />

momento lo llama bellaco, término muy utilizado en la pieza por Sor Luisa o<br />

sobre todo por Sor Anastasia, y referido al confesor. Si nosotros estudiasemos la<br />

novela de Miras, Los demonios de San Plácido (Miras, 1988) sería quizá el<br />

capellán el Sujeto de la acción ya que el novelista desplaza el protagonismo de<br />

las monjas hacia él. De todos modos, que sea en la Historia, en la novela o en la<br />

pieza dramática, el curiosos personaje oscila entre la mala fe, el deseo<br />

Pág 208

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