CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir
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TOMO I:164 • <strong>SOCIEDAD</strong> <strong>BOSQUESINA</strong><br />
No sólo el bosquesino veía el dinero (los bienes) antes de ponerse<br />
a trabajar (lo que es el principio de la habilitación), sino también tenía<br />
el mercado e, inclusive, los precios asegurados. Aún así ocurría que los<br />
bosquesinos por falta de liquidez vendían su arroz a menos precio a un<br />
comerciante (en vez de ECASA que pagaba con cierto atraso) quedándose<br />
deliberadamente endeudados con el Banco. Tratándose con el Banco<br />
de una relación menos personal que con el patrón, la reciprocidad y la<br />
confianza, que jugaban un papel fundamental en esa última relación,<br />
no ligaban los interlocutores personales con la misma eficiencia.<br />
Además, la corruptibilidad de una parte de los inspectores y las trampas<br />
administrativas en el momento de la venta a ECASA, hacían que los<br />
bosquesinos — como sus interlocutores mestizos — trataban de sacar su<br />
provecho como mejor podían.<br />
Si el gobierno alcanzó claramente su objetivo de aumentar la<br />
producción tanto del arroz como del yute para abastecer el mercado<br />
nacional (cf. Santos y Barclay 2002), pues los bosquesinos se lanzaron<br />
masivamente al cultivo de estos productos, lo logró proponiendo<br />
un incentivo — el crédito bancario — que, por un lado, se adaptaba<br />
perfectamente a los valores sociales y las formas técnicas, a los sentidos<br />
lingüísticos (el lenguaje de la deuda, el compromiso y la reciprocidad)<br />
y el medio natural bosquesinos de aquella época que estaba marcada,<br />
en cuanto a las relaciones con el mercado, por la habilitación, y que,<br />
por otro lado y al mismo tiempo, garantizaba un mercado y un precio<br />
a productos que resultaban del ritmo habitual y relativamente rápido de<br />
la producción hortícola bosquesina: trabajando, en respuesta al adelanto<br />
recibido, el bosquesino preveía claramente el momento en que iba a<br />
disfrutar del beneficio, aun cuando, a menudo, el ingreso final, después<br />
de descontar los adelantos sucesivos, no correspondía a sus expectativas.<br />
Cuando a principios de los años 1990 el gobierno de Fujimori<br />
cerró el Banco Agrario y cesó de subvencionar los precios<br />
agrarios, los indígenas del Ampiyacu abandonaron todos el<br />
cultivo tanto del arroz como del yute. Argumentaron que<br />
el nuevo precio no valía la inversión de trabajo. En febrero<br />
2004, observamos dos productores de maíz en Pucaurquillo<br />
y en Sta. Lucia que no vendían su producto por el bajo precio<br />
ofrecido en Pebas (S./ 0.20 por kg); preferían guardarlo<br />
para criar gallinas o buscar un mercado más ventajoso.<br />
Estos fenómenos nos demuestran que cierta racionalidad<br />
económica está vigente que compara el esfuerzo laboral con