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CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir

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TOMO I:67<br />

El bosquesino, que vive en su casa con su familia, formando<br />

su unidad doméstica, que, a menudo, abarca más personas que sus<br />

descendientes directos (una abuela, un yerno y sus hijos, un tío etc.),<br />

es una persona autónoma y libre, pues nadie en la comunidad le puede<br />

mandar a hacer algo. Él y su mujer deciden cada día lo que van a hacer.<br />

En este sentido, todos los comuneros de una comunidad son igualmente<br />

autónomos y libres. En la ciudad, en cambio, todos los trabajadores son<br />

sometidos al mando de algún jefe. La vida laboral urbana está organizada<br />

jerárquicamente, en varios eslabones desde arriba hasta abajo. Las únicas<br />

personas que disponen de una libertad comparable a la del bosquesino<br />

son los empresarios que tienen su propia empresa. Desde luego, esta<br />

libertad en la sociedad urbana está reservada a personas que disponen<br />

de un capital financiero, mientras los que no lo tienen, deben vender su<br />

fuerza de trabajo y someterse a los constreñimientos laborales (horario,<br />

jerarquía, pago salarial azaroso, a menudo incumplido, derechos laborales<br />

infringidos por las empresas).<br />

Mientras que el marco laboral productivo urbano exige la adecuación<br />

de la persona al ejercicio de una racionalidad técnico-científica y económica<br />

y establece relaciones formales entre emprendedor y empleado, ambas<br />

sustentándose en un cultura de lo escrito (la “literacidad”), en la sociedad<br />

rural e indígena las relaciones y los acuerdos laborales se manifiestan<br />

mediante discursos orales y, en la medida en que éstos tienen valor de<br />

actos en un medio social que abarca sociedad y naturaleza, el ejercicio<br />

de la racionalidad no se limita a una lógica técnico-científica para la cual<br />

el lenguaje no es más que un mediador, sino opera con una racionalidad<br />

para la cual el lenguaje es medio y fuerza de trabajo (por ejemplo en las<br />

“oraciones” que se suelen llamar “mágicas”). Si en la sociedad urbana “el<br />

papelito vale”, en la sociedad bosquesina es la palabra que vale.<br />

Este contraste entre los dos universos socio-culturales — el urbano<br />

y el bosquesino — debe ayudarnos más tarde a evitar la trampa de la<br />

etnosuficiencia cuando formularemos criterios para incentivos que deben<br />

ser eficientes en la sociedad bosquesina.<br />

La cultura bosquesina<br />

Si llamamos “cultura” el conjunto observable de nuestros productos<br />

y de los procedimientos de su producción (las técnicas, los discursos),<br />

vemos en seguida que ésta no puede pensarse sin las relaciones sociales<br />

(y sus valores) que vinculan entre ellas las personas-actores, productores<br />

de cultura.

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