CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir
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TOMO I:250 • <strong>SOCIEDAD</strong> <strong>BOSQUESINA</strong><br />
con su uso de gráficos y la escritura en una sociedad basada sobre la<br />
oralidad, son eventos discursivos que “quedan en el papel” y que los<br />
dirigentes o responsables “elegidos” no tienen autoridad sobre el resto<br />
de los comuneros y a menudo se nombran porque “hay que nombrar”,<br />
de manera que ni se espera de ellos que difundan lo aprendido. ¡Cuántos<br />
“representantes” comunales se han invitado a talleres de capacitación en<br />
Iquitos, sin que éstos hayan tenido la menor incidencia sobre la práctica<br />
de la comunidad! Pero las creencias tecnocráticas son tenaces.<br />
Las presentes propuestas — tanto la del incentivo mediante<br />
recompensa, como la que opera mediante concientización, que, ambas,<br />
implican la exigencia de un interaprendizaje intercultural, aunque en<br />
diferentes dimensiones — se han formulado teniendo en mente los<br />
métodos participativos “formales”, que no apelan a la transformación<br />
personal de ambos actores en el proceso de ampliación de su mutua<br />
capacidad de acción por el descubrimiento de la libertad de opción y<br />
por la experiencia de una nueva satisfacción en nuevas actividades. Se<br />
han formulado desde una posición evaluadora y crítica de estos métodos<br />
que se fundamenta en la observación de su ineficiencia (Gasché 2002a).<br />
La necesidad de esta crítica se justifica por la tenacidad con que la<br />
tecnocracia desarrollista (o conservacionista) sigue imperturbablemente<br />
promoviéndolas — el uso de la palabra “participativo” se ha vuelto<br />
ritual —, no a pesar de las faltas de éxito, sino por falta de registro y<br />
contemplación de los fracasos. Las evaluaciones nunca llegan a captar<br />
el poco impacto concreto y práctico que estos métodos tienen a nivel<br />
de los comuneros particulares y se limitan a evaluar documentos o, a<br />
lo mejor, los “dirigentes” y “responsables” y sus acciones (pero no sus<br />
efectos). Los evaluadores, además, escuchan discursos, escasamente<br />
observan resultados de actividades en las parcelas de todos los comuneros<br />
y en su vida cotidiana. Los expertos evaluadores de proyectos practican<br />
un “fetichismo de la palabra y de lo escrito”, asumiendo que la realidad<br />
bosquesina corresponde a lo que los bosquesinos dicen o lo que consignan<br />
en los papelógrafos, y, con la intención de conocer – supuestamente – la<br />
realidad bosquesina (y los efectos reales de un proyecto), se limitan a<br />
visitar las comunidades, reunir a la gente y hacerla hablar; – cuando no se<br />
contentan con examinar informes escritos! Como en todos los aspectos<br />
del universo socio-cultural bosquesino, sólo la convivencia permite<br />
evaluar los efectos reales de un proyecto de promoción o de un incentivo<br />
en forma de una modificación de sus condiciones y lógica de vida, en las<br />
que los cambios propiamente técnicos se insertan. Por eso, el monitoreo<br />
y la evaluación del incentivo no pueden satisfacerse con el modelo