CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir
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TOMO I:77<br />
que la hablan han adquirido desde su niñez o a través de aprendizajes<br />
más tardíos. Todos los seres humanos saben hablar (tienen la capacidad o<br />
facultad lingüística), pero cada ser humano habla su lengua (o sus lenguas,<br />
si es bi- o multilingüe), es decir, que ejerce su capacidad lingüística en<br />
una forma determinada, particular. Por ser una forma, la lengua es parte<br />
del universo de las formas, es decir, de la cultura. Por adquirirse y usarse<br />
siempre dentro de relaciones sociales y expresar y dar sentido a los valores<br />
sociales, una lengua también es parte de lo que hemos llamado “sociedad”.<br />
Aun cuando pensamos por medio de nuestra lengua silenciosamente y<br />
creemos ser individuos independientes con su propio pensamiento libre,<br />
privado e íntimo, debemos reconocer que el sentido que encontramos<br />
en nuestro pensamiento depende enteramente de la lengua que usamos,<br />
es decir, de palabras y de una gramática que no son sólo nuestras, sino<br />
de todos los hablantes de esta lengua. Nuestro propio pensamiento no<br />
puede escapar ni a la forma que le da nuestra lengua, ni a las relaciones<br />
sociales que establecen nuestra lengua como medio de comunicación.<br />
Pero nuestro pensamiento no sólo está condicionado por nuestra<br />
lengua, la forma de nuestra capacidad lingüística (el léxico y la gramática).<br />
Tenemos que precisar algo más. No formamos nuestros pensamientos con<br />
simples palabras y reglas gramaticales, sino con oraciones, fragmentos o<br />
secuencias de oraciones que, a su vez, imitan formas de hablar tal como<br />
las encontramos en nuestro medio social, en la familia, en la escuela o<br />
la universidad, en el ejercicio de nuestra profesión, etc. Lo que hemos<br />
aprendido a usar en nuestro pensamiento son oraciones enteras o<br />
fragmentos o cadenas de oraciones, es decir, formas de organizar palabras<br />
en oraciones y de relacionar las oraciones entre ellas, y eso, usando las<br />
palabras y la gramática de nuestra lengua. Este último punto generalmente<br />
no nos preocupa pues manejamos nuestra lengua rutinariamente; lo<br />
que nos preocupa cuando formamos un pensamiento es encontrar un<br />
sentido en las oraciones, y éste depende precisamente de la forma de las<br />
oraciones y de las cadenas de oraciones que ya estamos acostumbrados de<br />
comprender porque su significado se ha formado en las relaciones sociales<br />
de diálogo e interacción con nuestros diferentes medios sociales. Estas<br />
oraciones y cadenas de oraciones que ya tienen su forma acuñada por el<br />
uso social, que también les da su significado y que imitamos en nuestro<br />
pensamiento personal o cuando conversamos con otro, las llamamos<br />
“formas de discurso”.<br />
Manejamos diferentes formas de discurso, por ejemplo, cuando<br />
hablamos como padres a nuestros hijos, cuando nos encontramos con<br />
amigos en una cantina, cuando nos dirigimos a nuestros superiores en