CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir
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TOMO I:166 • <strong>SOCIEDAD</strong> <strong>BOSQUESINA</strong><br />
la productividad y amplía, al interior de la comunidad, la<br />
circulación de dinero.<br />
El cultivo comercial de la coca en el Ampiyacu en los años 1980<br />
significaba un cambio tecnológico, no al nivel del cultivo, pues la coca<br />
es un cultígeno tradicional de la población indígena de la cuenca,<br />
sino a nivel de la técnica de transformación en pasta básica y a nivel<br />
económico por los altos ingresos que este trabajo procuraba. Cambio<br />
técnico fácilmente adoptado por la motivación económica, pero cambio<br />
económico momentáneo, sin consecuencias: ningún comunero se hizo<br />
definitivamente rico, y diez años más tarde, los pocos signos distintivos<br />
— motores fuera de borda, radios, vestimenta de moda — habían<br />
desaparecido. Lo mismo ocurrió con el consumo de la pasta básica<br />
en la juventud y los adultos. No sólo la represión policial obtuvo este<br />
resultado, también el compromiso explícito y decidido de la Federación<br />
de Comunidades Nativas del Ampiyacu (FECONA) (ver sus estatutos<br />
de 1987) y de su presidente electo obró en favor del cese del cultivo<br />
comercial en la zona y del control sobre los visitantes colombianos. A<br />
pesar de la oportunidad de enriquecerse y sobresalir, los comuneros se<br />
conformaron finalmente al estándar de vida comunal e igualitario. La<br />
riqueza acumulada en algún momento en ciertas unidades domésticas<br />
no era invertida para prolongar el proceso de acumulación, sino gastada<br />
en bienes — a veces de prestigio — que no eran duraderos (sobre todo<br />
en el contexto climático y tecnológico local); de ahí el efecto a mediano<br />
plazo igualador. El dinero servía para una satisfacción momentánea de<br />
consumo abundante, no para hacerse más rico.<br />
El cambio en la relación entre comunidad y ciudad<br />
Pero el retiro de los patrones, luego, de los regatones, tenía otra<br />
consecuencia más, fuera de la organización comunal y la acogida de<br />
créditos bancarios. Los comuneros debían comercializar solos sus<br />
productos en la ciudad. En el caso del yute y el arroz, el precio y mercado<br />
garantizados, por el propio banco en el caso del yute, por ECASA en al<br />
caso del arroz, resolvió el problema, aunque, como dijimos, situaciones de<br />
emergencia podían impulsar a los comuneros a vender o comprometer su<br />
producto con un intermediario que le adelantaba cierta suma de dinero.<br />
Para el resto de los productos, hortícolas, extractivos o artesanales, los<br />
comuneros tenían que aprender a venderlos individualmente sea a un<br />
comerciante fluvial, sea en la próxima ciudad provincial (Requena en<br />
el caso de Sta. Rosa, Pebas en el de Pucaurquillo), o sea en Iquitos. Este