CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir
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TOMO I:219<br />
y el entendimiento mutuo en situaciones interculturales, que ponen en<br />
interacción actores urbanos y bosquesinos (para más detalles, ver: Gasché<br />
2004, 2008). Hablamos de sólo “un mínimo”, sabiendo de la eficiencia<br />
motivadora que, de por sí, tiene la oferta de un pago adelantado (y<br />
renovable) en la sociedad bosquesina.<br />
El primer paso del incentivo, a nuestro modo de ver, no es el más<br />
difícil. Prevemos que la observación, el registro y la evaluación del manejo<br />
forestal (uso sostenible), que los comuneros motivados inician, son<br />
más problemáticos, no, porque el promotor no sepa bien qué observar,<br />
registrar y evaluar, sino, porque las realizaciones del bosquesino son la<br />
consecuencia de su entendimiento y de su motivación, que, en vista de<br />
las barreras interculturales de comunicación y las lógicas de vida distintas,<br />
no forzosamente coinciden con las expectativas del promotor, aun<br />
cuando el compromiso bosquesino para recibir la recompensa haya sido<br />
formulado por escrito. Un hecho simple ilustra este tipo de dificultades.<br />
La noción de “hectárea” corresponde a una medida bien precisa en la<br />
cabeza del promotor, más no en la del bosquesino. Lo hemos observado<br />
regularmente en nuestras encuestas sobre superficies de chacras. Lo que<br />
el bosquesino llama “una hectárea” es una superficie mucho menor — a<br />
veces, la mitad, a veces tres cuartos de ha. — de la superficie métrica. Desde<br />
luego, compromisos acordados en términos de hectáreas de reforestación<br />
o de enriquecimiento de purmas corren el riesgo de poner en evidencia<br />
un malentendido en la primera evaluación del trabajo realizado. Todas las<br />
nociones empleadas en la formulación del compromiso exigen la misma<br />
evaluación crítica.<br />
La confrontación de los resultados del manejo bosquesino con el<br />
compromiso concluido en el momento de recibir la primera recompensa<br />
(“el adelanto”), cuando el promotor evalúa por primera vez el<br />
cumplimiento del compromiso, exige el diálogo personal entre promotor<br />
y bosquesino (a diferencia de la asamblea inicial) y, por ende, mayor<br />
capacidad de comprensión y de negociación intercultural del promotor.<br />
Esta situación dialógica debe dar lugar no sólo a la aclaración de los<br />
contenidos específicos del compromiso, que el bosquesino puede haber<br />
interpretado a su manera, desviándose así de lo aparentemente convenido<br />
(según la visión del promotor), sino también a un examen objetivo y<br />
benévolo de las soluciones de manejo que el bosquesino ha encontrado<br />
y que no siempre corresponden a la “doctrina técnica” del promotor, lo<br />
que no forzosamente las invalida. Pero en este punto estamos entrando<br />
en el aspecto de la forma del compromiso, que trataremos más adelante.