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CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir

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TOMO I:74 • <strong>SOCIEDAD</strong> <strong>BOSQUESINA</strong><br />

que uno posee por adquisición monetaria es propiedad personal y no se<br />

comparte, salvo excepciones. 18<br />

Un hacha, un machete, una escopeta y también eventualmente<br />

una red de pescar se pueden prestar entre parientes y vecinos<br />

de manera pasajera; pero se espera que el cazador o pescador<br />

exitoso ceda una parte de su presa al dueño de la escopeta o<br />

de la red (Ampiyacu y Ucayali).<br />

He aquí, entonces, un nuevo ámbito socio-cultural en el cual el<br />

egoísmo, denunciado por algunos comuneros, se ha multiplicado por la<br />

cantidad de bienes ahora adquiridos en el mercado. Que este egoísmo es<br />

objeto de crítica, nos demuestra la vigencia de valores sociales bosquesinas<br />

que se contraponen a la tendencia hacia la apropiación personal de los<br />

bienes en un mundo en que la seguridad existencial depende siempre de<br />

la solidaridad entre parientes y vecinos.<br />

Con la industrialización y monetarización parcial de sus bienes<br />

culturales, la sociedad bosquesina ha adquirido sus características actuales,<br />

pues una gran cantidad de objetos del mundo material manejado hoy en día<br />

por los bosquesinos escapa a la regla de solidaridad y reciprocidad. Las mallas<br />

del egoísmo se hacen más densas, y el campo del ejercicio de la generosidad<br />

cubre un espacio menor, aun cuando la ayuda mutua en momentos de<br />

urgencia repara o suaviza a menudo los excesos del egoísmo.<br />

Este mayor egoísmo en las relaciones sociales respecto a la posesión<br />

de bienes industriales no ha causado conflictos insuperables en las<br />

comunidades por el hecho que el acceso a estos bienes, en el transcurso<br />

del proceso de su penetración, ha sido relativamente igualitario. Todos<br />

los comuneros, poco a poco, han logrado ganar los recursos monetarios<br />

suficientes para adquirir en el mercado los mismos bienes. De esta manera,<br />

los efectos de la envidia de los que no tienen frente a los que tienen han<br />

sido pasajeros y poco sensibles. Eso no impide que, frente a la acumulación<br />

excepcional de bienes de alguna familia o frente a las carencias de una<br />

familia caída en una desgracia, siempre surjan conductas envidiosas que<br />

18 Aquí cabe precisar que en las sociedades indígenas antiguas también ciertos bienes artesanales eran<br />

considerados “personales” y no compartidos: la vestimenta, los utensilios culinarios y de recolección de la<br />

mujer, los indumentos de caza y pesca y los accesorios rituales del hombre. De esta propiedad personal<br />

testimonia la costumbre, que existía en varios pueblos, de enterrar o quemar un muerto con todas sus<br />

pertenencias personales. Se trataba, sin embargo, de objetos que cada hombre y cada mujer del pueblo<br />

también poseía, con la excepción de atributos del estatus ritual. – Se trata hoy en día más de una extensión del<br />

ámbito de la propiedad personal, en razón del mayor número de bienes hoy comprados, que de un fenómeno<br />

nuevo. El egoísmo abarca ahora más cosas que antes, y la envidia se relativiza y matiza en la medida en que,<br />

poco a poco, (casi) todos los comuneros llegan a ser dueños de las mismas cosas.

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