CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir
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TOMO I:263<br />
río que tributa a un gran río, que a su vez es afluente del río más grandioso<br />
que existe en este planeta. Nuestro pequeño y sinuoso río tiene sólo unos<br />
cien metros de ancho y, dependiendo de la temporada, su profundidad<br />
oscila notablemente. Esto es importante porque en la estación seca sólo<br />
es navegable en canoas y pequeños botes. Cuando el río crece, entonces<br />
ya entran y salen lanchitas como la que poseen en común los vecinos del<br />
pueblo, de veinte metros de eslora y una capacidad de carga que en este<br />
río se mide en tablillas de bolaina: diez mil.<br />
En todas las épocas del año los vecinos –o comuneros– de este<br />
pueblo miran desde la altura el río, el mismo que miraron sus abuelos,<br />
y los abuelos de éstos –aunque alguien puede objetar que uno nunca<br />
ve el mismo río dos veces y eso es aquí más cierto que en la India o<br />
en Grecia. El terreno en el que levantaron sus casas, además de ser<br />
completamente plano, queda siempre por encima del curso del agua.<br />
Unas ciento ochenta personas viven en unas treinta casas construidas en<br />
dos hileras, que flanquean una gran calle central perpendicular al río,<br />
ocupada por dos campos de fútbol, uno grande y uno chico. En la lengua<br />
materna de estas personas, que no es el castellano, pueblo es sinónimo de<br />
lugar que se ha despejado de árboles. En la parte trasera de las casas suele<br />
haber una huerta con frutales diversos y otro tipo de plantas de varia<br />
utilidad, como tomate, pimentón, ayahuasca, naranjo, sapote, mamey,<br />
noni, pión… Alrededor de este oasis de humanos se levanta una pared<br />
verde de vegetación no domesticada. Atravesándola y siguiendo diversos<br />
caminos encontraremos chacras –sobre todo plátano pero también yuca,<br />
maíz, arroz, por citar sólo algunos–, purmas, y después de unas horas de<br />
camino nos habremos adentrado en territorio salvaje. La selva en casi<br />
todo su esplendor.<br />
Normalmente las mujeres trabajan en la casa durante el día,<br />
cocinando, arrancando las malas hierbas del patio, cuidando de los niños<br />
o lavando la ropa; aunque a veces dejan el espacio doméstico para traer<br />
plátano de la chagra o incluso, cuando es preciso, para trabajar en el<br />
aserradero. Los hombres, normalmente, pasan el día fuera pescando,<br />
cazando, en la chagra, y desde hace dos años, trabajando en el aserradero<br />
comunal.<br />
Al contrario de lo que sucede en muchos pueblos en los que se<br />
habla el mismo idioma, en éste el bosque y el río –aunque ya sufren las<br />
consecuencias de la colonización masiva y el crecimiento demográfico–<br />
todavía proveen de alimentación, medicina y refugio: hay animales<br />
de caza, hay pescado en abundancia, hay maderas y palmas para la<br />
construcción de casas y canoas, hay bosque primario relativamente cerca.