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CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir

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TOMO I:266 • <strong>SOCIEDAD</strong> <strong>BOSQUESINA</strong><br />

se vuelve inmediatamente a los comuneros, que escuchan con cierta<br />

distancia, o precaución. “Así como institución que somos, el Proyecto les<br />

quiere brindar un apoyo. Se quiere dar todo lo que le va a engordar el costo<br />

de pago de personales y combustible. ¿Para qué se les quiere dar? Para que<br />

dejen de estar con el patrón. El patrón va llenando su coso, va llenando<br />

el bolsillo y nosotros como comunidad, ¿cómo? Como comunidad no<br />

tenemos una buena escuela, un buen profesor”. Atilio, uno de los vecinos,<br />

conductor del tractorcillo del aserradero, de poderosa musculatura, hace<br />

unos sonidos guturales con los que da a entender su conformidad. El<br />

Ingeniero continúa con convicción: “Todas esas cosas hay que ver. Y con<br />

esos recursos que tiene la comunidad hay de sobra para tener cosa buena<br />

en la comunidad. Nosotros, como comunidad, somos los únicos que<br />

tenemos una empresa bien formalizada. Formalizada y legalizada pero<br />

sin embargo seguimos trabajando con el patrón. No podemos. Incluso<br />

tenemos una lanchita. Y seguimos con lo mismo. Como les digo, vamos<br />

a ir a la reunión a las 8. Hay que estar ahí”. El Ingeniero se incluye en<br />

ese plural de primera persona, como si fuera uno más de los vecinos.<br />

“Ya, listo”, dice tímidamente Atilio, que es generalmente risueño y ahora<br />

está como apagado. “Como les repito, yo sobre problemas internos de la<br />

comunidad…”. “No tiene interés”, completa Atilio. “No me meto, no<br />

me interesa”, afirma el Ingeniero. “La problema del Proyecto, ahí sí…”,<br />

dice Atilio. “Claro, el Proyecto, nosotros, como asesores de la comunidad,<br />

ahí sí”. “Está bien”. “Nosotros en política de la comunidad no nos<br />

metemos”. “Así sí”, conceden los comuneros creo que por cortesía. “Pero<br />

si hay alguna modificación, inmediatamente abordamos a las nuevas<br />

autoridades y les planteamos cuál es nuestra situación. Para desarrollar<br />

mejor el plan”. “El plan”, Atilio, como una pared devuelve el eco. La<br />

conversación despierta especialmente mi interés desde el momento en<br />

el que el Ingeniero habla de “problemas internos de la comunidad”.<br />

Generalmente en sus conversaciones conmigo, los comuneros han evitado<br />

cruzar acusaciones, descalificar a alguna otra persona; es el precio de la<br />

equidistancia etnográfica.<br />

“Hemos hecho todo lo posible, hemos gastado para formalizar, para<br />

legalizar todo lo de la comunidad. Hay problema”. El Ingeniero insiste<br />

en lo del problema; mi curiosidad se acentúa. “De repente no nos gusta,<br />

pero podemos buscar otra forma. Pero nosotros tratamos de querer cortar<br />

con el hacha. Siempre van a existir los problemas pero también hay que<br />

conversar”. “Ahh…”, Atilio le sigue la corriente pero no se manifiesta. Los<br />

demás permanecen callados. “¿Y cómo sacar una cantidad lo suficiente<br />

para poder dar solución a un pequeño problema? Como yo le digo al

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