CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir
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TOMO I:172 • <strong>SOCIEDAD</strong> <strong>BOSQUESINA</strong><br />
comuneros, pues se pagan sus productos generalmente en<br />
dólares y a mejor precio que en la ciudad o el mercado local<br />
(USD 4.00 o 5.00 por una jicra, cuando el precio obtenido<br />
en Iquitos sólo es de S./ 4.00). A pesar de los bajos precios en<br />
el mercado regional y de la conciencia de los productores de<br />
la subvaloración de su trabajo, los artesanos – en su mayoría<br />
artesanas – siguen produciendo y llevando sus productos a<br />
Iquitos, a veces utilizando un comunero como intermediario,<br />
el cual retiene como comisión un porcentaje del producto<br />
de la venta. En el Ampiyacu, después del cese del cultivo<br />
comercial de la coca, los ingresos monetarios más regulares<br />
y más importantes de la población provienen de la venta de<br />
artesanías (Vormisto 2002: 36-37, McCANN 1993: 20) y<br />
más recientemente de la extracción de madera.<br />
La producción de artesanía añade un valor agregado al tiempo<br />
doméstico bosquesino, pues se realiza en la casa antes de salir a la chacra,<br />
al regreso, en días de lluvia y a veces de noche. Además, es una actividad<br />
predominantemente femenina que, en ciertos casos observados, entra<br />
en competencia con el trabajo hortícola. Ocurre que algunas mujeres<br />
se dedican más al trabajo de la chambira que al cuidado de la chacra, es<br />
decir, privilegian el ingreso monetario ante la subsistencia y un trabajo<br />
más suave ante los esfuerzos físicos. No se puede afirmar que se trata<br />
de una tendencia, pues la desventaja es percibida: en caso de falta de<br />
alimentos, hay que comprarlos con el dinero de la artesanía mal pagada.<br />
Sin embargo, esta alternativa de trabajo productivo y de ingresos ha<br />
contribuido a desvalorizar el ideal femenino tradicional de la “buena<br />
chacrera”, que tiene chacra grande, con cultivos diversos y bien limpia.<br />
Junto con la preferencia dada a cultivos que tienen acogida en el mercado<br />
y el consiguiente empobrecimiento de la biodiversidad domesticada,<br />
la desvalorización del trabajo femenino hortícola y la tendencia de los<br />
hombres de hacer chacras en purmas jóvenes donde la tumba exige menos<br />
esfuerzo llevan, a la vez, a una disminución de la producción hortícola<br />
y a un empobrecimiento del régimen alimentario. Estos cambios son<br />
insensibles en el Ampiyacu, no intencionados, más bien la consecuencia<br />
del deseo creciente de acceder al mercado y obtener ingresos monetarios<br />
para satisfacer “necesidades” resultantes de la propensión hacia la<br />
imitación del estilo de vida urbano, hacia nuevos modos de consumo<br />
(“moda”). Esta propensión puede interpretarse como una aspiración que<br />
explica parcialmente la intensificación de las relaciones monetarias con