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CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir

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TOMO I:265<br />

trabajar. Escribí “hombres”, porque el aserradero es casi siempre cosa de<br />

un género masculino musculoso, salvo cuando por algún motivo hay<br />

que apresurarse para cargar la lancha, entonces las mujeres se unen al<br />

trabajo y cargan tablillas desde el aserradero hasta la orilla, unos cientos<br />

de metros. Cargan sobre la cabeza, menos cantidad que los hombres,<br />

pero algunas lo hacen con el bebé en el brazo al mismo tiempo, lo que a<br />

mí me impresiona mucho.<br />

La jornada laboral termina a eso de las tres y media de la tarde, después<br />

de haber hecho un par de miles de tablillas –si es que no ha habido algún<br />

contratiempo que lo haya impedido, y muchas veces lo hay, sobre todo<br />

porque frecuentemente los motores se estropean. Los hombres regresan<br />

cansados, aunque no tanto como para dejar de jugar el partido de fútbol<br />

de la tarde, su verdadera pasión, junto con la tecnocumbia, la cerveza y<br />

las películas de acción y artes marciales –no importa que sean chinas o<br />

estadounidenses; la misma admiración despiertan Bruce Lee y Chuck<br />

Norris. Es cierto que estamos en un lugar que mucha gente calificaría de<br />

remoto, pero donde haya gasolina, puede funcionar un generador, y con<br />

unos cientos de soles ya se puede adquirir un televisor y un reproductor<br />

de DVD en la ciudad; aquí ya tienen tres de cada uno y decenas, si no<br />

cientos, de películas.<br />

Pese a que me disgusta muchísimo esta colonización audiovisual<br />

–que ellos bendicen casi todas las noches antes de acostarse–, cuando<br />

pienso en la vida de este pueblo, no puedo evitar que una palabra ocupe<br />

mi pensamiento: placidez. Pero esta placidez se va a ver alterada una tarde<br />

con la llegada de uno de esos visitantes que vienen de la ciudad con un<br />

“Proyecto” en la mochila. Se trata del Ingeniero, y ya les adelanto que un<br />

Ingeniero con un Proyecto en una Comunidad Nativa es una mina de<br />

oro para un antropólogo.<br />

******************************<br />

El Ingeniero mide casi metro ochenta y se le puede calificar como<br />

varonil. Unos 45 o 50 años, repeinado hacia atrás, sin afeitar los pocos<br />

pelitos que le nacen en el bigote y la barba, erguido, espaldas anchas,<br />

antebrazos musculosos y peludos. Viste unas botas de montaña de piel,<br />

unos vaqueros azules con mucho uso y un polo rojo. Es moreno, tiene<br />

voz grave y cierta apostura. Camina y se mueve con seguridad y habla<br />

mucho, sobre la comunidad y sobre el proyecto Manejo de Bosques<br />

Inundables, que él coordina en la zona. Está reunido con un grupo de<br />

comuneros, junto a una casa. Mi llegada interrumpe la conversación;<br />

tiendo la mano al Ingeniero y me presento. Él me dice su apellido y

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