CIES SOCIEDAD BOSQUESINA - digeibir
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TOMO I:88 • <strong>SOCIEDAD</strong> <strong>BOSQUESINA</strong><br />
filosofía, toda la interpretación de su sociedad y naturaleza.<br />
Desde luego, sus palabras asociaban múltiples significados<br />
que el aprendiz, en el momento de su memorización, debía<br />
comprender y retener en su memoria a fin de saber de qué<br />
habla lo que estaba aprendiendo. Los mencionados pueblos<br />
han elaborado formas de discursos para expresar su filosofía<br />
que son distintos de los mitos y leyendas, que los Huitoto,<br />
Ocaina y Muinane también tienen y que asumimos<br />
existen en todos los pueblos indígenas, a tal punto que los<br />
intelectuales urbanos, cuando se refieren a la cosmovisión<br />
indígena, siempre piensan en mitos y leyendas. Como los<br />
discursos rituales del tipo que acabamos de mencionar son<br />
generalmente parte del conocimiento indígena más íntimo y<br />
secreto, el mundo no indígena, urbano los ignora y tiene una<br />
visión simplista y folklórica de la filosofía indígena.<br />
La eficiencia práctica que los bosquesinos atribuyen a ciertos<br />
discursos se deriva del bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas<br />
que reside en la predominancia de la energía humana en todos los<br />
aspectos de la producción, que se encuentra mediatizada y acrecentada<br />
únicamente por utensilios manuales (en los últimos años también por<br />
unos motores: pequepeque, motosierra). El bajo nivel de desarrollo de las<br />
fuerzas productivas se compensa y completa por un manejo discursivo<br />
formal que da valor de “acto” o gesto verbal a ciertas formas de discurso,<br />
o que sustenta conductas prohibitivas y propiciatorias con la función de<br />
aumentar la eficiencia del gesto manual (el trabajo).<br />
Se trata aquí de prácticas que los observadores etno-suficientes,<br />
limitados al uso de su propia forma de ejercicio de la racionalidad – la<br />
urbana –, califican de “mágicas” (con lo que califican — y descalifican —<br />
prácticas “exóticas”, no propias o sólo marginales en el funcionamiento<br />
de las actividades en el medio urbano, atribuyéndoles una supuesta<br />
irracionalidad que sería incompatible con la vida “civilizada”, moderna).<br />
Con el fin de valorar la racionalidad bosquesina en sus propios términos no<br />
hemos recurrido a este término que tiene una connotación peyorativa.<br />
Este entendimiento bosquesino de la función “práctica” del lenguaje<br />
contrasta con el urbano que afirma que “el papel vale”, es decir: lo que<br />
vale es lo escrito. Sin documento redactado y firmado no hay acuerdo<br />
que valga. Las relaciones sociales urbanas — tanto a nivel laboral, como<br />
comercial y familiar — se apoyan en la escritura. La vida social está<br />
normada por leyes escritas.