12.05.2013 Views

vL Mi 1^1

vL Mi 1^1

vL Mi 1^1

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CAPITULO VI.<br />

EL EDICTO DEL CESAR.<br />

Doncellitas hermosas de Nazareth, que abrís el postigo de vuestras<br />

ventanas cuando la luz indecisa del alba os envía desde Oriente<br />

los buenos dias, vosotras no madrugáis tanto como la casta esposa<br />

de José el carpintero. <strong>Mi</strong>radla... allá va...<br />

Sobre su divina cabeza, que ha de verse coronada de ángeles,<br />

descansa el pesado cántaro de las nazarenas.<br />

Sus pies, á los que la luna ha de servir de pedestal, se deslizan<br />

por la senda que conduce á la fuente, ligeros como los de una gacela.<br />

Sangre de reyes corre por sus venas; pero el trono de sus mayores<br />

se deshizo bajo las garras del águila romana, y la corona de<br />

sus ilustres antepasados descansa sobre las sienes de un señor extranjero.<br />

Su estirpe real no la enorgullece; modesta y hacendosa, se ocupa<br />

délos quehaceres de la casa, como la última de las mujeres hebreas.<br />

Porque María recuerda las palabras del Salmista su antepasado :<br />

Todo el honor de la hija de un príncipe consiste en el interior de su casa.<br />

La Virgen llega á la fuente; algunas nazarenas que la siguen<br />

egan también y cambian la salutación de los israelitas.<br />

— La paz sea contigo, — la dicen.<br />

— La paz sea con vosotras, — les contesta.<br />

Y colocando la pesada urna sobre su cabeza, vuelve á encaminarse<br />

á Nazareth por la senda tortuosa de los Nopales.<br />

Entonces las nazarenas se reúnen alrededor de la fuente.<br />

El estado de la Virgen no se ha escapado á las curiosas miradas<br />

de las mujeres.<br />

Una de ellas ha hecho observar á las demás que María está en

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!