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128 EL MÁRTIR<br />

Esclavo (le sus pasiones, imperioso y colérico, llegó á la edad<br />

de veinticinco años cruzando por una senda de crímenes y de<br />

escándalos.<br />

Su padre Antipater, que habia prestado al César vencedor de<br />

Pompe\o y señor de Roma servicios importantes en el cerco de<br />

Alejandría, alcanzó del dictador romano el gobierno de Galilea para<br />

su hijo Heredes.<br />

Su edad frisaba en los veinticuatro años cuando subiólas primeras<br />

gradas que debían conducirle al trono de la inmortal ciudad de<br />

Jerusalen.<br />

Heredes era arrojado y ambicioso.<br />

Los obstáculos no existian para él.<br />

Había soñado una corona, y el crimen, el oprobio, la bajeza, no<br />

detuvieron su paso.<br />

Por lograr su fin no hubiera retrocedido, aunque se hubiera<br />

visto precisado á pasar por encima del cadáver de su padre, de sus<br />

hermanos, de su raza entera.<br />

Una corona, sólo una corona anhelaba su ambición, y despreciando<br />

los obstáculos, siguió el camino que podía conducirle á la<br />

realización de sus sueños, con la frente erguida.<br />

Pero la suerte le fué contraría: vencido por Antígono, su rival,<br />

rey de Judá, se vio precisado á refugiarse con su familia y su riqueza<br />

en un castillo de Idumea.<br />

Heredes se ahogaba en aquel rincón de la Arabia Pétrea.<br />

Cuando algunas tardes desde los altos torreones de su inexpugnable<br />

fortaleza, con los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada<br />

torva extendía sus sangrientos ojos por aquellas soledades de estéril<br />

arena y calcinadas rocas, lanzando un rugido desde el fondo de su<br />

agitado corazón, solia exclamar con bronco acento :<br />

— ¡Idumea 1 ¡Idumea! Mansión de los chacales, patria de los<br />

lobos, tú no eres más que un esqueleto, y sólo presentas á mis hambrientas<br />

fauces huesos que devorar. Pero yo necesito una tierra<br />

donde el hueso esté unido á la carne, para aplacar este apetito que<br />

me consume. ¡Jerusalen! ¡Jerusalen! Tú eres el plato que ambiciono<br />

en el festín de mis sueños ; yo seré tu rey y,tú mi esclava;<br />

sobre tus altivas torres ondeará mí pendón de escarlata y oro; tus<br />

hijos besarán el polvo que levante la fimbria de mi regio manto, y

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