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320 ÉL MARTIR<br />

tributaria de Jerusalen, y vuelve á reedificarlo tal como vamos á<br />

bosquejarlo á nuestros lectores, sirviéndonos de la descripción que<br />

Josefo, el historiador Judío, nos ha dejado*.<br />

« Tenia 11 templo cien codos de ancho y ciento veinte de alto,<br />

» altura que, andando el tiempo, quedó reducida á cien codos por<br />

)) el desplome de los cimientos.<br />

» Era de maravillai' la dureza y blancura de las piedras del edi-<br />

» ficio, no menos que sus dimensiones, pues tenían veinticinco<br />

» codos de largo, ocho de alto y doce de ancho.<br />

^ » Las artes habían desplegado todas sus riquezas en la arqui-<br />

» tectura de aquel monumento que parecía el palacio de un rey,<br />

» y el más hermoso que se vio nunca debajo del sol.<br />

» Ricos tapices recamados de flores de púrpura decoraban los<br />

» pórticos; de las cornisas de las columnas pendían cepas de oro<br />

» con sus pámpanos y racimos. Tenia el templo diez puertas: cua-<br />

» tro al Norte, cuatro al Mediodía y dos al Oriente; el lado que<br />

» miraba á Occidenie estaba tapiado. Estas puertas eran de dos<br />

» hojas, de treinta codos de alto y quince de ancho. Los quicios<br />

» estaban chapeados de oro y plata: uno solo lo estaba de cobre de<br />

» Corinto, pero aquel cobre superaba en valor á todos los metales.<br />

» El frontiscipio del monumento, cuajado de oro, relucía como un<br />

» ascua á los rayos del sol naciente.<br />

» El interior del templo, dividido en dos partes, asombraba por<br />

» su rico ornato. Sobre la puerta del primer recinto sagrado se<br />

» veia una cepa de oro del tamaño de un hombre, con racimos del<br />

» mismo metal; un tapiz babilónico de cincuenta codos de alto y<br />

» diez y s-is de ancho cubría las puertas por donde se pasaba á un<br />

» segundo recinto; el azul, la púrpura, la escarlata y el lino, mez-<br />

» ciados en aquel tapiz, representaban los cuatro elemento^; el azul,<br />

» el aire; la púrpura, el mar, de donde sale: la escarlata, el fuego;<br />

» el lino, la tierra que le produce. Ayudado de la ciencia, el arte<br />

» habia representado en aquel gran velo el círculo de la esfera<br />

» celeste, menos los doce signos.<br />

I. Josefo, i'^^ci-itor judío del tiempo de Vespasiano, estuvo en el cerco de Jerusalen<br />

y presenció la ruina del templo. Nosotros tomamos esta descripción, que<br />

consideramos como la más auténtica por ser de un testigo ocular, siguiendo la<br />

opinión de M. de Poujoulat en su Historia de Jerusalen,

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