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34 EL MÁRTIR<br />

vega que se extendía á sus pies, y luego fué á reunirse con sus com­<br />

pañeros.<br />

— Cuenta, — le dijo secammte el capitán viéndole llegar.<br />

— Efeídivamente, contestó con indiferencia Uríes, — la caravana,<br />

como nos han dic-io, ha levantado su tienda en el valle de<br />

Joppe. Todos duermen, camellos y hombres; pero he creído ver<br />

relucir á la luz de la luna algo parecido á los cascos romanos.<br />

— Será una aprehensión tuya, — repuso otro.<br />

— Tengo buenos ojos : ya sabes que me engaño pocas veces..<br />

y sobre todo de noche.<br />

— No tiene nada de extraño que en alguna ciudad del contorno<br />

— volvió á decir Abaddon — se les haya reunido algún soldado.<br />

— O pueden haber pedido una escolta en Sichem los mismos<br />

caravaneros, — añadió Dímas.<br />

— ¿Y Cjué hacemos? — preguntaron otros.<br />

— ¡ Por Dios vivo! ¿ Qué hemos de hacer? Bajar al valle, y si son<br />

romanos ó herodianos, llevarnos sus cabezas á nuestro castillo<br />

como trofeo de la victoria, — exclamó Dímas lleno de ardor<br />

patrio.<br />

— Tiene razón el joven : bajemos ai llano, — volvió á decir el<br />

capitán.<br />

ív's bandidos se apretaron las correas de sus cinturones, vieron<br />

si los puñales salían con facilidad de las vainas, y oprimiendo con<br />

sus diestras las terribles gabelinas, se encaminaron en busca de los<br />

caravam ros.<br />

Poco después cayeron de improviso sobre la tienda, envolviéndola<br />

como cor! una red.<br />

Los comerciantes, sorprendidos en las primeras horas del sueño<br />

despertaron sobresaltados; el pánico se apo leró de ellos, Y desde<br />

entonces sólo pensaron en huir, dejando en poder de sus terribles<br />

enemigos los fardos y los camellos.<br />

Pero no suce üó lo mismoátros soldados romanos, que al primer<br />

grito de alarma saltaron con ligereza sobre sus caballos, armando<br />

sus diestras con la corta y terrible espada que les habia becbí' dueños<br />

del mundo, } se lanzaron con ímpetu sobre los bandidos.<br />

Un romano, y sobre todo un romano de Palestina en el tiempo de<br />

Heredes, se hubiera creído deshonrado retrocediendo delante de

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