12.05.2013 Views

vL Mi 1^1

vL Mi 1^1

vL Mi 1^1

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

I EL GÓLGOTA 211<br />

cubiertos de polvo. Su mano derecha empuñaba un grueso bastón<br />

de acebo. Por su cintura se rollaba un cinturon de piel de gamuza,<br />

del que pendía una pequeña cadeníta de bronce, y de esta un puñal<br />

ancho y corto que se perdía entre los anchos pliegues de su alquicel.<br />

Cingo era el ejecutor secreto de Heródes, el espía de confianza del<br />

idumeo.<br />

Cuando el rey tenia necesidad de saber algo ó de llevar á cabo una<br />

venganza, le llamaba á -su cámara, y después de enterarle de sus<br />

deseos, el fiel esclavo dejaba su traje de corte y corría á vestirse del<br />

modo que le hemos descrito ; y con este traje y la bolsa bien repleta<br />

de onzas romanas, á pié ó á caballo, según las circunstancias, recorría<br />

los dominios de su señor como un simple mercader.<br />

Si la víctima designada por su rey debia morir sin escándalo, entonces<br />

Cingo se deslizaba como una culebra hasta el lecho del sentenciado,<br />

alzaba la plancha de oro de su calabaza y depositaba sobre<br />

su cuello una de las víboras que encerraba el vientre de aquella redoma<br />

de muerte.<br />

La mordedura era mortal.<br />

Cingo, sin embargo, permanecía por los alrededores de la casa<br />

hasta que por sus ojos veia el cadáver de su víctima.<br />

Entonces regresaba á palacio á participar á su señor que estaba<br />

servido.<br />

Heródes, al ver á su esclavo, se sonrió con una ferocidad indescriptible.<br />

Cingo permaneció impasible como una estatua : ni un solo músculo<br />

de su rostro se conmovió.<br />

— Verutidio, amigo mío, ~— exclamó Heródes, — espérame en<br />

la antesala; tal vez necesite de tus servicios. Y tú, Achiab, ya es hora<br />

de tomar el baño. Vete.<br />

Achiab besó la mano de su abuelo y salió.<br />

Verutidio hizo lo mismo, pero no sin dirigir antes una mirada de<br />

desprecio al esclavo negro, cuyo favor con el rey le disgustaba altamente<br />

en su calidad de general y de romano.<br />

Heródes y Cingo se quedaron solos.<br />

— Habla, — le dijo el primero.<br />

— Malas son las nuevas que traigo, señor.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!