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DEL GÓLGOTA 371<br />

hierro esparcía su tenue claridad por sus parduscas v desmanteladas<br />

peredes.<br />

Una mujer salió ásu encuentro : aquella mujerera Enoe.<br />

(ango pasó junto á ella como si no la hubiera visto, y lanzando<br />

un suspiro doloroso, fué asentarse sobre un viejo y roto almohadón<br />

que se veia en mitad del pavimento.<br />

Hubo un momento de pausa. La egipcia contemplaba al africano,<br />

y este, inmóbil como la estatua del dolor, con la cabeza oculta entre<br />

las manos, nada decia.<br />

— ¿Qué tienes, esclavo? — preguntó Enoe.<br />

La dulce voz de la egipcia ie hizo levantar la cabeza.<br />

Cingo fijó sus negros ojos en la joven; de aquellos ojos se desprendían<br />

algunas lágrimas.<br />

— ¿Por qué lloras? — volvió á preguntarle.<br />

— Porque tengo un infierno en el corazón; porque te amo y tú<br />

me aborreces; porque te he visto.<br />

— <strong>Mi</strong>entras mí dueño gima en un calabozo, mí lengua sedo sabrá<br />

maldecirte; rompe sus cadenas, este odio que encierra para tí mi<br />

pecho se extinguirá.<br />

— Ayer pensaba complacerte; hoy me es imposible.<br />

— ¡Pues qué! ¿Ha muerto el príncipe?<br />

— El príncipe vive, pero la muerte acaricia con sus descarnados<br />

dedos los rubios cabellos de su hermosa cabeza.<br />

— Tú me juraste salvarle. ¿Acostumbran en África á faltar á su<br />

palabra los hombres de tu raza?<br />

— rSunca, esclava : en la Etiopía el juramento es sagrado.<br />

— Entonces<br />

— <strong>Mi</strong>ra, Imoe, — continuó Cingo procurando endulzar todo lo<br />

posible su acento : — allá en la Libia, al extremo oriental del desierto<br />

de Sahara, se halla la región de la ISigrícía, cuyas altas cordilleras,<br />

alfombradas de yerbas aromáticas, aprisionan con sus<br />

robustos brazos el pacífico lago Tchad. Los hijos de aquellas riberas<br />

tienen el rostro negro como la nocbe, el corazón ardiente como el sol<br />

de su cielo, altivo como las palmeras de sus oasis, bravo coiuo los<br />

leones de sus arenales, y libre como el viento que orea sus aduares;<br />

aman \ aborrecen has

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