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246 EL MÁRTIR DEL GÓLGOTA<br />

de campo, cuyos extensos jardines se hallaban á corta distancia de<br />

la casa de Virgilio.<br />

Del centro del edificio se alzaba una torre que dominaba toda la<br />

posesión y gran parte de los catorce cuarteles en que se hallaba<br />

distribuida Roma en tiempo de Augusto.<br />

En la parte más alta de esta torre se hallaba la pieza destinada á<br />

comedor, para disfrutar durante la comida de las hermosas vistas<br />

que ofrecía.<br />

El hombre de la toga entró en los jardines, y cruzando una dilatada<br />

calle de árboles, llegó al vestíbulo de la casa, en donde sobre un<br />

pedestal de piedra rústica se alzaba una elegante estatua de mármol.<br />

Aquella estatua tenia algún parecido con el hombre de la toga<br />

que pasó por su lado..<br />

Al cruzar la portería, un esclavo que se hallaba sentado en un<br />

taburete de madera se puso en pié*.<br />

Junto al esclavo se veia un mastín atado con una gruesa cadena<br />

de hierro, y encima del clavo que le sujetaba á la pared podía leerse<br />

esta inscripción : « Guardaos del perro. »<br />

El hombre que entraba acarició la nervuda cabeza del can con<br />

muestras de familiaridad, y este cerró perezosamente los ojos, extendió<br />

el cuello y alzó la cola en señal de cariñoso reconocimiento.<br />

Luego entró en la casa, subió por una escalera al piso principal,<br />

y después de atravesaT varias piezas en las cuales halló algunos<br />

criados que se inclinaban ante él, se detuvo delante de una puerta,<br />

y empujándola, se halló dentro de una cámara.<br />

En aquella cámara habia dos hombres : uno de ellos se ocupaba<br />

en hojear un volumen : el otro, tendido en un lecho, parecía enfermo,<br />

á juzgar por la demacración de sus mejillas.<br />

PoT* todas partes se veian gruesos volúmenes esparcidos hasta en<br />

la cama del enfermo. Diríase que aquella habitación era el estudio<br />

de un sabio ó de un historiador.<br />

El enfermo era Mecenas; el que hojeaba el libro Agrippa; el que<br />

acababa de entrar Octaviano Augusto, emperador de Roma.<br />

1. Por lo general, los esclavos estaban también atados con una cadena, como<br />

los perros, en la portería, y cuando recobraban ta libertad dedicaban aquella<br />

cadena á Saturno.

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