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234 EL MÁRTIR<br />

— Heródes no matará nunca a sus hijos: es padre.<br />

— No le conoces : su muerte es segura, y la mía no está muy lejana<br />

; pero yo no soy de los que se rinden sin luchar, y una vez<br />

apagada en mi corazón la voz de la naturaleza, la lucha será terrible,<br />

y necesito de tí, Paulo.<br />

— Habla, — contestó el romano, viendo con disgusto que aquella<br />

cena que habia empezado con tan buenos auspicios, iba á terminar<br />

con una conspiración,<br />

— Terminadas en Roma sus gestiones, mi padre tornará á Judá<br />

escoltado por los soldados pretorianos. Si al pisar las riberas de Palestina<br />

mi padre deja de existir, la corona será mia, y tuyos veinte<br />

talentos hebreos.<br />

El soldado de Augusto se quedó un momento pensativo, y luego<br />

le dijo:<br />

— Si yo no formo parte de la comitiva de regreso, no puedo<br />

servirte.<br />

— Formarás parte.<br />

— ¿Sabes de antemano las órdenes del César mi dueño?<br />

— No; pero puede combinarse que regreses á Judá con mi padre.<br />

— Explícate mejor.<br />

— Escucha, Los soldados romanos aborrecen la paz ; morir en<br />

el campo de batalla es la muerte mejor y más gloriosa para los<br />

hijos del Tíber. Roma cuenta un crecido número de legionarios que,<br />

cansados de la inacción que les enerva, se hallan dispuestos á desnudar<br />

sus espadas ala voz del primero que les ofrezca un puñado de<br />

oro; tú debes ser ese hombre. Si el César no te nombra jefe de la<br />

escolta, puedes sin embargo introducirte en las filas, comprando<br />

á uno de los centuriones, y ocupar su puesto; durante la travesía<br />

no te será difícil sobornar algunos soldados, y cuando pises la tierra<br />

de Judá, no hade faltarte un pretexto para que uno délos tuyos sepulte<br />

su espada en el pecho de Heródes. Yo mientras tanto en Jerusalen<br />

reuniré mis parciales, y cuando tú llegues á sus murallas,<br />

para tí el oro, para mí la corona,<br />

— Tu plan es arriesgado. ¿ Te olvidas que César Augusto es el<br />

único que puede concederte la corona de Judá?<br />

— Al César se le compra: mi padre lo hizo así; yo puedo hacerlo<br />

también.

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