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76 EL MÁRTIR<br />

Por fin pasó la Europa antigua, presentando á los ojos divinos de<br />

Jesús la Galia, la Germanía, la Panonia con su Danubio, la Sarmatia<br />

y las islas Británicas.<br />

El mundo antiguo habia girado alrededor del Himalaya.<br />

Pero el arcángel permanecía aún con el brazo extendido, y otra<br />

vez escuchóse su voz atronando el espacio.<br />

— <strong>Mi</strong>ra, — le dijo. — ¿Ves esa inmensidad de agua que avanza<br />

hacia nosotros? Pues ese mar se llamará el vasto Océano, Un hombre<br />

atrevido cruzará esas inmensas soledades de agua; los sabios<br />

le darán el apodo de loco, pero el loco regalará un mundo nuevo al<br />

mundo viejo.<br />

Y la América pasó también con sus bosques impenetrables, sus<br />

rios que parecen mares, sus imponentes cataratas, sus fértiles llanuras,<br />

su Chimborazo, su Niágara y su <strong>Mi</strong>ssissipí, sus cordilleras,<br />

sus Andes, su poderosa vegetación.<br />

— Esa tierra ignorada tiene las entrañas de oro, es rica hasta lo<br />

inverosímil. Un aventurero conducirá ásus playas millares de hombres,<br />

empujados por la codicia, — volvió á decir Luzbel. — Pues<br />

bien, todo lo que has visto me pertenece : tuyo es si arrodillado á<br />

mis plantas me adoras.<br />

Jesús elevó susojos al cielo, luego abarcó con una mirada compasiva<br />

al arcángel tentador, y con una voz dulce y melodiosa le respondió<br />

estas palabras :<br />

— « No tentarás al Señor tu Dios : adorarás al Señor tu Dios, y<br />

sólo á El servirás, »<br />

Al terminar estas palabras, se estremecieron las entrañas del<br />

monte, un grito espantoso atronó el espacio, abrióse la tierra, y el<br />

arcángel tentador cayó con estruendo en sus profundos abismos,<br />

lanzando una blasfemia horrible,<br />

Jesús se arrodilló.<br />

Dos lágrimas resbalaron de sus ojos, que elevaban al cielo su<br />

compasiva mirada.<br />

Su dulcísima voz elevóse también á la mansión de su eterno<br />

Padre, diciendo :<br />

— Perdona al soberbio. De su frente inmaculada brotaba la purísima<br />

luz de la mañana, y el orgullo le hundió en las profundidades<br />

del abismo. Perdona al soberbio.

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