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132 EL MÁRTIR<br />

Sus miradas, llenas de amor, repartían diariamente entre sus<br />

adoradores mentidas esperanzas que alentaban la fe y el entusiasmo<br />

de los pretendientes.<br />

Todos los jóvenes que rendían culto al placer, á la música, á la<br />

pereza, tenían francas las puertas del castillo de Mágdalo.<br />

Diariamente se danzaba á la sombra de los tupidos emparrados<br />

del jardín, y la hermosa Magdalena, rodeada de sus doncellas, enloquecía<br />

á sus adoradores, haciéndoles oír los dones privilegiados<br />

de su voz y las dulcísimas notas de su salterio.<br />

Imposible era resistir á los encantos que la naturaleza habia derramado<br />

sobre la hermosa castellana de Mágdalo.<br />

Su Ireute, noble y elevada, tenia la majestad y la belleza de la<br />

Venus de Gnido.<br />

Sus ojos, limpios y azules como el cielo de Fenicia, poseían como<br />

ningunos la mirada voluptuosa del amor.<br />

Sus labios nacarados, un poco entreabiertos, parecían enviar<br />

eternamente un beso á sus amantes.<br />

En su redonda barba destacábase un hoyuelo que parecía hecho<br />

por el dedo voluptuoso de Adonis.<br />

Su cuerpo tenia la majestad de Débora y las formas acabadas de<br />

Medea.<br />

Ei arte griego sólo hubiera deseado una cosa en Magdalena* :<br />

trasformar la carne en mármol de Italia.<br />

Entonces la hubieran adorado como á la madre de Eneas.<br />

Todas las tardes Magdalena bajaba al jardín.<br />

Sus doncellas extendían una riquísima alfombra de Persia al pié<br />

de un sicómoro corpulento, alrededor del cual colocaban cuatro<br />

braserillos de oro, y la mirra y el incienso perfumaban con sus<br />

tibias emanaciones el ambiente.<br />

Sentábase bajo aquel verde dosel, con la cabeza lánguidamente<br />

apoyada en los mullidos almohadones de seda de las Gallas con<br />

franja de oro, y el armonioso salterio sobre sus rodillas.<br />

Entonces una de sus criadas abria la puerta del jardín y comenzaba<br />

la corte del amor.<br />

1. Seguiremos dándola el nombre de Magdalena, pues por este se la conoce<br />

más generalmente en nuestros libros sagrados.

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