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8 EL MÁRTIR<br />

El ajuste quedó cerrado por mil doscientos óbolos'. Pero ¡ cuál<br />

no seria su sorpresa cuando al llegar á la casa mortuoria en donde<br />

aun descansaba en su lecho de muerte el frío cadáver, se encontró<br />

á tres fariseos, un centurión romano y un alcabalero, que estaban<br />

confiscando la pequeña fortuna del difunto joyero !<br />

— ;, Qué hacéis en mi casa ? — les preguntó Dímas con gran<br />

asombro.<br />

— Tomar, con autorización de la ley y el poder romano, lo que<br />

tu padre me adeudaba, — le respondió un anciano.<br />

— El soplo de la muerte ha enmudecido la boca de mi padre : él<br />

no puede responderte; pero yo te juro por el Dios invisible de<br />

Abraham, Isaac y Jacob, que nada me ha dicho nunca de la deuda<br />

que ahora le reclamas.<br />

— No miente un fariseo que peina canas en la barba, y que doblega<br />

la frente ante el ara de Sion. Estos que me acompañan SÍMI<br />

testigos del préstamo que le hice, y por cierto que con todo lo que<br />

posee no alcanza á las dos terceras partes de lo que me debe.<br />

Dímas, aturdido, desconcertado, traspasado el corazón de dolor y<br />

de sorpresa, no hallaba palabras que contestar a aquel anciano que<br />

le iba á sumir en la miseria.<br />

Los testigos afirmaron la verdad de las palabras del fariseo, y el<br />

alcabalero siguió su curso, sin detenerle el doloroso ademan del<br />

pobre huérfano.<br />

— Pues bien, anciano; llévate todo mi erario, mis vestidos, mi<br />

cama, si quieres, no me opongo; yo soy joven y robusto, y no me<br />

asusta el trabajo; pero concédeme al menos un favor.<br />

— Habla, — le dijo con sequedad el fariseo.<br />

— Préstame dos mil óbolos : yo te los restituiré.<br />

— ¡ Dos mil óbolos ! ¡Tú estás loco, mancebo! ¿Cómo podrías pagarme<br />

tan enorme suma ?<br />

— Trabajando para tí, si es preciso, toda mi vida.<br />

— No puedo servirte.<br />

— Véndeme como esclavo, si quieres,<br />

— Un fariseo israelita no puede vender á un descendiente de su<br />

raza.<br />

I, Equivalentes á unos seiscientos treinta reales vellón.

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