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140 EL MÁRTIR<br />

Inmediatamente Cingo, seguido de una multitud de esclavos,<br />

apareció como por encanto en la habitación del rey.<br />

Cingo, el esclavo favorito de Heródes, era un africano, negro como<br />

las alas del cuervo, fornido como un atleta.<br />

Para aquel hijo del lago de Schiat no habia más Dios, más ley ni<br />

más pasión que su señor.<br />

El monarca de Jerusalen amaba á su esclavo como á un miembro<br />

de su cuerpo.<br />

Cingo era su brazo. Algunos enemigos de Heródes intentaron<br />

comprar la fidelidad del feroz africano, que dormía á los piés del<br />

lecho de su señor con la mano puesta en el mango de su cuchillo y<br />

el oído atento como un perro leal; pero sólo habían comprado su<br />

muerte, porque Cingo era incorruptible como las aguas del mar.<br />

Cuando Heródes le vio aparecer en la puerta de su cámara se sonrió,<br />

pues sabia que para llegar á él era preciso antes pasar por encima<br />

del cadáver de Cingo.<br />

El idumeo le hizo un ademan indicándole que esperara. El esclavo<br />

se inclinó, en señal de acatamiento.<br />

— ¿Dónde están esos reyes que dices? — preguntó Heródes á Verutidio.<br />

— Han levantado sus tiendas junto á los derruidos pórticos del<br />

palacio de David.<br />

— Cingo, enciende las teas resinosas, reúne á mis herodianos y<br />

tráeme á esos extranjeros.<br />

Cingo salió, seguido de los esclavos.<br />

— Tú, Alejo, reúne álos sumos sacerdotes y escribas de la ciudad,<br />

á esos sabias conocedores de las profecías hebreas, y condúcelos<br />

aquí.<br />

Alejo obedeció sin decir una palabra.<br />

— Tú, mí bravo Verutidio, junta tus legiones, y acámpalas en<br />

los pórticos de mi palacio; y tú, mi querida hermana, mi buena<br />

Salomé, consulla á los médicos de la ciudad sobre la salud de tu<br />

pobre hermano.<br />

Todos partieron á ejecutar las órdenes del señor de Jerusalen.<br />

Heródes se quedó solo, y después de una breve pausa, durante la<br />

cual permaneció inmóbil como si estuviera clavado en la alfombra

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