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384 EL MÁRTIR<br />

naba en la cámara real sólo era interrumpido por el resuello roneo<br />

y fatigoso del enfermo.<br />

Alejo indicó á su esposa que hiciera beber al rey del líquido que<br />

con tenia una copa de oro que se hallaba en la mesa de cabecera, y<br />

esta, despuesde repetidas y cariñosas súplicas, logró que el enfermo<br />

obedeciera.<br />

— Te obedezco, hermana mía, — dijo el rey después de haber<br />

bebido; — pero todo es inútil : sé queme muero ; mi vida se escapa<br />

por instantes de este frágil vaso en que se encierra. <strong>Mi</strong> único sentimiento<br />

ante la muerte cierta que me acaricia, mi horrible desesperación<br />

al abandonar la vida, no es mi muerte : es el gozo, el<br />

placer, el grito de alegría con que será saludada por el pueblo<br />

hebreo.,,, Pero yo soy el rey. ¿No es verdad que soy el rey, y que en<br />

las doce tribus nadie se atreverá á desobedecerme?<br />

—¿Qi'ién puede dudar eso, señor? — le preguntó su hermana.<br />

— <strong>Mi</strong>entras tú vivas, en tu reino no habrá más ley que tu voluntad.<br />

— Y después de muerto se acatarán tus últimas disposiciones, —<br />

dijo á su vez Alejo,<br />

— Cumplidlas todas.<br />

Y Heródes cogió á su hermana por un brazo y la acercó áüu echo<br />

como para estudiar en sus miradas lo que aca'baba de decir.<br />

Salomé |)alideció, porque el hedor que arrojaba el cuerpo del rey<br />

era insufrible.<br />

Disimuladamente se cubrió la cara con un pañuelo empapado en<br />

esencias, fingiendo que se enjugaba las lágrimas.<br />

— Puesto que aun se obedecen mis órdenes, — continuó con fatigado<br />

acento Heródes, — acercaos todos; y tú, AlcjO, escribe en<br />

ese trozo de papiro sellado con mi anillo, porque voy á dictarte mi<br />

última voluntad.<br />

Todos rodearon la cama del enfermo.<br />

Alejo se sentó, y disponiéndose á escribir, dijo :<br />

— Dicta, señor; yate escucho.<br />

— Querido Alejo, lo que voy á dictarte es el pensamiento más<br />

feliz que mi real cabeza ha tenido durante sus treinta y nueve años<br />

de reinado. ¡ Ya verás! ¡ ya verás! Sófocles hubiera escrito una gran<br />

tragedia, á habérsele ocurrido. ¡ Ya verás! ¡ ya verás!<br />

Y Heródes lanzó una carcajada horrible.

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