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48 EL MÁRTIR<br />

Ana crió á sus pechos á María, i)orque en Judá las madres tienen<br />

la imprescindible obligación de criar á sus hijos'.<br />

Ajénala hermosa niña desde sus más tiernos años á los juegos subyugadores<br />

de la infancia, creció entre la meditación y las tiernas<br />

caricias de sus padres,<br />

A los tres años era mirada con respeto por todos los humildes<br />

habitantes de Nazareth.<br />

En sus ojos, azules como el cielo de Oriente, brillaba una chispa<br />

de luz divina. Sus labios, nacarados como el cerrado cáliz de los<br />

alelíes de Jericó, tenían siempre una sonrisa de indefinible dulzura<br />

para todos cuantos se llegaban á Ella.<br />

Los abundantes rizos de su rubia cabellera caían como una lluvia<br />

de oro sobre la modesta túnica de lana azul que cubría su delicado<br />

cuerpo.<br />

Algunas tardes, en las pintorescas estaciones primaverales, su<br />

padre la lle\aba á pasear por los floridos jardines del valle de Esdrelon.<br />

La hermosa niña, sentada á la sombra de uno de aquellos corpulentos<br />

sauces que tantas veces cobijara bajo sus melancólicas ramas<br />

á las caravanas árabes^, se complacía en tender su dulce mirada<br />

por el claro y diáfano cielo de Galilea.<br />

Su padre no se atrevía á interrumpirla durante estos momentos<br />

de celeste contemplación, creyéndola inspirada por alguna revelación<br />

divina.<br />

Luego, al regresar á su casa, hacia con sus pequeñas manos,<br />

blancas y finas como la flor del terebinto, un ramo de narcisos,<br />

anémonas y azucenas, y durante el camino se complacía en aspirar<br />

su delicado perfume.<br />

Muchas veces su padre la cogía el dorado fruto que le presentaban,<br />

al pasar, el sicómoro y el plátano, la niña lo guardaba v al<br />

llegar á su pueblo ofrecía á su madre aquella preciosa fruta y aquellas<br />

hermosas flores, diciendo :<br />

1, En todos los libros de la Sagrada Escritura no se encuentran más que tres<br />

nodiizas : la de Rebeca, la de <strong>Mi</strong>üboseth y la de Joas; y debe advertirse que Rebeca,<br />

la esposa de I-^aa, era extranjera, y príncipes los otros.<br />

2. La ni;is numerosa caravana podria abrigarse alrededor de su tronco colosal<br />

y acamitar junta bajo su sombra con sus bagajes y camellos. — (1.ÍAMAHTI.\E<br />

Viaje á Paleaiinu.)

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