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306 EL MARTIR DEL GÓLGOTA<br />

verdugos, sufrió con la resignación del Mártir lo que ningún hombre<br />

ha sufrido nunca.<br />

Aquellos idólatras se arrodillaban delante de Él para venerarle<br />

en burla como á rey.<br />

Cuando le desataron de la columna, Jesús cayó desfallecido á los<br />

piés de los verdugos; pero ni una queja, ni una reconvención se<br />

escapó de su boca,<br />

— ¡ Dios te salve, rey de Judea! — exclamaba uno, azotando el<br />

rostro de Jesús con las duras y ensangrentadas correas que aún conservaba<br />

en la mano,<br />

— ¡ Glorioso Mesías ! — exclamaba otro, escupiendo la divina<br />

faz del Nazareno, —haz un milagro; enriquéceme, pues buena falta<br />

me hace; yo en cambio te ofrezco recorrer el mundo proclamando<br />

tu divinidad.<br />

Jesús guardaba el más profundo silencio ante tan atroces insultos.<br />

Aquellos bárbaros habian mostrado un lujo de crueldad increíble.<br />

La costumbre, las leyes, habian sido violadas; y sin embargo,<br />

aun se gozaban de un modo cruel en la indefensa victima que se<br />

hallaba á sus piés.<br />

Esta debilidad produjo un grito de gozo entre los verdugos y los<br />

espectadores más cercanos.<br />

<strong>Mi</strong>entras tanto, en un ángulo de la plaza una mujer se habia desmayado.<br />

Érala Virgen, era María, la modesta violeta de Nazaret, la Madre<br />

llena de amargura.<br />

Juan, Magdalena, María Cleofé y algunas otras piadosas mujeres<br />

que la rodeaban, condujeron á la desventurada Madre á casa de la<br />

virtuosa Serafia, que no estaba lejos de aquel sitio de dolor y de<br />

amargura.<br />

En. otro tiempo más feliz, cuando Jesús era niño, cuando se perdió<br />

en Jerusalen, halló también hospitalidad en aquella misma casa<br />

durante tres dias.<br />

La caridad de aquella pobre jerosolimitana debia inmortalizarla.<br />

El bien no se siembra nunca infructuosamente.<br />

La Madre dolorosa, con el corazón traspasado, débil la planta y<br />

vacilante, se dejó conducir por las buenas amigas, que no la abandonaban<br />

en medio de tanta amargura.

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