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332 EL MÁRTIR<br />

en nombre de estos jóvenes que se postran á tus piés, admirados de<br />

tu leal clemencia.<br />

— ¡ Ah ! — exclamó el idumeo fijando su penetrante mirada en<br />

aquel anciano. — ¿ Por ventura posees tú el mismo don que tu padre<br />

? ¿Eres, como él, uno de esos hombres inspirados que vaticinan<br />

lo futuro y leen en el misterioso libro del porvenir ?<br />

— Así lo cree el pueblo, — respondió el asenio.<br />

— Pues acércate, acércate, y lee en el libro mío.<br />

Sedoc avanzó algunos pasos.<br />

Su mirada de águila abarcó con tenacidad el cadavérico rostro de<br />

Heródes, hizo una ligera pausa como si estuviera descifrando algún<br />

enigma, y luego, extendiendo la mano, dijo con voz profética:<br />

— La página de tu vida se presenta muy oscura en el libro del<br />

porvenir; sus letras están borradas; pero observo un signo que me<br />

dice que antes que la luna nueva aparezca con todo su esplendor<br />

sobre las tranquilas aguas de Tiberiades,lanzarás el último soplo de<br />

tu vida, porque Dios tiene su mano suspendida sobre el gran libro<br />

de los vivos para borrar tu nombre.<br />

Heródes guardó silencio. Diríase que la profecía de Sedoc habia<br />

anudado su lengua.<br />

Tuvo miedo de aquel anciano que, precursor de la muerte, se alzaba<br />

ante él para enseñarle una fosa.<br />

El padre le habia profetizado una corona; el hijo, una tumba.<br />

El idumeo arrojó un puñado de monedas de plata sobre aquellos<br />

infelices que temblaban á sus piés, y dio la orden de que le condujeran<br />

á su palacio.<br />

Al salir del circo, el rey agitó su pañuelo, en señal de perdón.<br />

Los conspiradores lanzaron un grito de gozo; pero aquella clemencia<br />

de Heródes era un cruel sarcasmo, una burla sangrienta.<br />

El infame idumeo les enseñaba el cielo por el placer de hundirles<br />

en el infierno: les ofrecía una esperanza para hacerles más<br />

amargo el desengaño.<br />

Porque en los sangrientos cálculos del verdugo de Mariamne jamas<br />

habia entrado la idea de perdonar á los rebeldes israelitas que<br />

atentaban contra la tranquilidad de sus reinos derribando la enseña<br />

triunfadora de sus aliados.<br />

Por eso, olvidando sus padecimientos, preocupado en una idea

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