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286 EL MÁRTIR<br />

cuerpo, y se la presentó á su jefe, doblando una rodilla en el suelo<br />

y diciendo con incalculable cinismo :<br />

— Cingo, yo te presento la cabeza de un rey; no te olvides de<br />

darme el galardón.<br />

La infeliz mujer no pudo resistir aquel sangriento espectáculo, y<br />

cayó de espaldas sin sentido.<br />

Cingo ató la cabeza del niño á un extremo de su manto, y salió de<br />

la piscina, seguido de sus feroces soldados.<br />

Las madres se quedaron solas en aquel sitio de horror y<br />

sangre.<br />

Espantadas, llorosas, sin darse cuenta de lo que les acontecía,<br />

permanecieron horas y horas junto á los restos destrozados de sus<br />

hijos, como si una mano poderosa las sujetara á pesar suyo en aquel<br />

sitio.<br />

Llegó la noche, y la luna clara y hermosa derramó la lluvia de<br />

plata que brota de su frente sobre aquel campo de sangre.<br />

Diríase que el astro luminoso de las tinieblas por voluntad suprema<br />

brillaba con más claridad que nunca, para que las almas de<br />

los inocentes belemitas llegaran al cielo guiadas por sus tibios y<br />

radiantes resplandores.<br />

Los padres regresaron á sus casas, terminadas sus cuotidianas<br />

faenas del campo.<br />

Su dolor, su asombro, fueron grandes al saber la horrible tragedia<br />

acaecida durante su ausencia.<br />

Pero ¡ay! aquellos infelices é indefensos labradores, ¿ qué otra<br />

cosa que sus lágrimas podian oponer al furor de Heródes y al poder<br />

de los romanos?<br />

Lloraron, sí, lágrimas de fuego; lamentos de dolor indescriptibles<br />

se oyeron en Belén y sus cercanías, que llegaron hasta las tumbas<br />

de los muertos, y estos unieron sus lágrimas y sus lamentos con los<br />

que les habían sobrevivido, para presenciar la inconcebible escena<br />

de la degollación de los inocentes.<br />

Belén, patria de David, cuna de Dios, fué la madre de los primeros<br />

mártires del Cristianismo.<br />

La sonrisa de aquellos ángeles, inmolados bajo la cuchilla de un<br />

rey sanguinario, cae aún benéfica y fecunda como el rocío matinal<br />

sobre las flores, endulzando las amarguras de las almas cristianas

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