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94 EL MAKTIR<br />

— ¿Quién eres?— preguntó el anciano con estuj)or.<br />

_ Me llamo Gabriel, y vengo áo las orillas del Tigris guiando á<br />

tres reyes magos del Oriente que han abandonado la populosa ciudad<br />

de S'deucia para seguirme.<br />

— ¿Vienes tal vez á librarnos de la opresión de los romanos? —<br />

exclamó el viejo Lleno de gozo.<br />

— Vengo á anunciaros al Mesías prometido, que acaba de nacer.<br />

Los pastores miraron absortos, con recelosa curiosidad, á<br />

Gabriel.<br />

— ¡Gloria á Dios en las alturas y paz en la tierra á los hombres de<br />

buena vohiutad! añadió el forastero.<br />

De todo*su cuerpo salían raudales de clara y viva luz.<br />

Cánticos celestiales de inmensa dulzura resonaron en el espacio,<br />

repitiendo sin cesar :<br />

— / Gloria y paz! ¡Gloria á Dios, paz a los hombres! ¡Gloria en los<br />

cielos, paz en la tierra alas criaturas de pensamiento humilde y de corazón<br />

sencillo y recto!<br />

Y los pastores, asombrados y medrosos ante aquel prodigio, comenzaron<br />

á retroceder.<br />

— No temáis,— les dijo Gabriel, — porque yo vengo á traeros una.<br />

nueva que será para todo el pueblo motivo deunagran alegría, y es que<br />

hoy en la ciudad de David os ha nacido un Salvador que es Cristo ; yhé<br />

aquí la señal con que le hallareis: encontrareis un niño envuetío en pañales<br />

y reclinado en un pesebre.<br />

El forastero se disponía á abandonar la choza, cuando el viejo<br />

pastor, postrándose á sus piés, exclamó :<br />

— Antes de abandonarnos, dinos al menos quién eres,<br />

— Yo soy Gabriel, el ángel emisario de Dios sobre la tierra.<br />

El ángel desapareció, la brillante claridad quedó extinguida, y los<br />

cánticos celestes cesaron.<br />

Entonces los pobres pastores se miraron unos á otros con<br />

asombro.<br />

— ¡Abraham! ¡Abraham! Dios sin duda quiere —exclamó el anciano<br />

con regocijo — que tornen tus buenos tiempos, pues los ángeles<br />

descienden del cielo para visitar á los hombres.<br />

Locos de alegría los sencillos pasíores por la gracia que Dios les<br />

otorgaba, salieron déla choza, y dejando sus rebaños sin más guar-

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