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376 EL MÁRTIR<br />

Orden de su señor con mayor placer, con mayor afán. Salvar al<br />

príncipe, perdonarle la vida, concederle la libertad, hubiera sido,<br />

para un esclavo tan servil y tan fiel como Cingo, faltpv á su deber.<br />

El destino del desgraciado príncipe estaba en sus manos, y Antipatro<br />

no tenia más porvenir que la muerte.<br />

Pero ¿cómo habia de morir? El rey se lo habia indicado.<br />

« Mata á mi hijo, pero nada de sangre, y entiérrale sin pompa ni<br />

ceremonia alguna en el viejo castillo de Hircanion. » Estas eran las<br />

palabras del idumeo, y Cingo corría á obedecerlas. La clase de<br />

muerte no hacia al caso. Morir de una puñalada, estrangulado ó<br />

envenenado por la picadura de una víbora, todo era morir.<br />

El resultado de aquella misión terrible era un cadáver : ofrecerle<br />

cubierto de sangre por el hierro homicida, amoratado por el cordon<br />

de seda, ó verdoso y cataléptico por el veneno del reptil, éralo<br />

mismo. Se necesitaba ahogar el latido de un corazón joven y ambicioso,<br />

apagarla vida de un mancebo inquieto y atrevido, cortar una<br />

existencia peligrosa para la tranquilidad de un rey fanático y cruel<br />

que agonizaba abrazado á su corona, que temíale arrebatasen algunas<br />

horas de reinado.<br />

Cingo llegó ante la pesada puerta del calabozo y se detuvo.<br />

Por la primera vez en su vida sintió que su corazón latía de un<br />

modo extraño y nuevo para él.<br />

Aquel crimen, ¿era del rey ó suyo? Sin explicárselo se hizo esta<br />

pregunta.<br />

La conciencia se alzaba dentro de su pecho ; su voz extraña y poderosa<br />

le conmovió, como la primera ráfaga de una tempestad sacude<br />

las velas de un buque, arrancándole un gemido inexplicable,<br />

— ¡Bah! — se dijo como queriendo tranquilizarse á sí mismo.—<br />

El rey lo manda y yo obedezco. Entremos.<br />

Descorrió los pesados cerrojos; pero esta vez, sin saber por qué,<br />

procuró hacer el menor ruido posible, como sí temiera ter oido.<br />

Este detalle tampoco se lo explicaba, pero no pasó desapercibido<br />

para él.<br />

En lio en el calabozo.<br />

.\inipalro, echado sobre el montón de paja que le servia de lecho,<br />

dormia profundamente.^

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