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DEL GÓLGOTA 165<br />

velo de las vírgenes sobre el rostro; prefirió el provocativo lujo que<br />

había introducido la enemiga de Elias, la reina que fué devorada<br />

por los perros.<br />

En el festín de Maqueronta las mujeres ostentaban tiaras de perlas<br />

al estilo de Persia, redecillas de esmeraldas, coronas almenadas<br />

de oro ; y algunas, en el impúdico y mal abrigado seno, mostraban<br />

gar^iantillas de diamantes para llamar hacía aquel sitio las lúbricas<br />

miradas de los mancebos.<br />

La mayor parte de aquellas bacantes de Palestina que han olvidado<br />

la voz profética de Jeremías, llevan las yemas de los dedos teñidas<br />

del color purpurino de la rosa silvestre, y las cejas y las pestañas<br />

pintadas de negro.<br />

Las melodiosas arpas, las dulcísimas liras, las dolientes flautas<br />

y las penetrantes cítaras, armonizan y llenan con sus mágicos acentos<br />

los ámbitos del anchuroso salón de Maqueronta.<br />

Más de cincuenta convidados-de ambos sexos se hallan alrededor<br />

de la espléndida mesa que preside la impúdica Herodías.<br />

Los vinos de Italia comienzan á embriagar las cabezas de los sibaritas<br />

de Israel,<br />

Las miradas provocativas de las mujeres fascinan los ardientes<br />

cerebros de los jóvenes convidados.<br />

— Brindo por las lágrimas del rey Aretas y el desconsuelo de su<br />

hija, — exclama un centurión romano casi embriagado.<br />

Este brindis impío fué seguido de un hossanna de entusiasmo.<br />

Las lágrimas de la mujer de Antipas, repudiada tan villanamente,<br />

hacían reir á la corte del miserable tetrarca de Galilea.<br />

Herodías agradeció con una mirada al romano aquel brindis.<br />

Aquella miserable adúltera estaba preocupada durante el banquete.<br />

Un pensamiento horrible bullía en su cerebro.<br />

Sólo esperaba un momento oportuno para realizarlo.<br />

Su rencor, su odio inextinguible hacía el Bautista, iba á manilestarse<br />

con toda la monstruosidad de que era capaz el corazón de<br />

aquella reina impura.<br />

De vez en cuando volvía la cabeza hacia una puerta que estaba<br />

cerrada.<br />

Parecía impaciente ) como sí esperara algo.

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