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DEL GÓLGOTA 97<br />

Levantóse este por respeto á la vejez, siguiendo aquel precepto de<br />

la Escritura : « Levántate delante de aquellos que tienen cabellos<br />

blancos : honra la persona del anciano. » Pero no respondió. Este<br />

afectuoso acogimiento no dejó de sorprenderle, y le díó algún escozor<br />

en el corazón; porque Eliezer, sabiendo que un hijo de Israel<br />

no podía ser esposo de una samaritana, habia vituperado fuertemente<br />

sus relaciones con su sobrina. Bondades hay que hacen presentir<br />

la desgracia.<br />

— ¿Puede tu regreso devolver la paz á Sarai? — continutj el<br />

viejo. — Ocho dias hace que no sabe sino llorar, y sus ojos se convierten<br />

en dos arroyos de lágrimas.<br />

— Y sin duda conoceréis la causa de tan profundo pesar, — dijo<br />

en amargo tono el joven hebreo.<br />

— ¡Ah! La causa, — dice Eliezer sentándose sobre una tarima<br />

junto á Sarai, — la causa de esta pena es y ser'' la alegría de muchos<br />

: ella produce la mia, sí, mi alegría ; yo, que estaba S' !)recouido<br />

con los terrores de una muerte inevitable, próxima, y que flotaba<br />

en un mar de dudas y de oscuridad....<br />

El joven hebreo escuchaba, y la sorpresa le dejó sin palabra.<br />

— Saijh-an, tú eres joven tedavía, v el oriiuUo de la vida v la<br />

fuerza de un }argo porvenir que se desplega á tus ojos como uu horizonte<br />

lejano, harán tal vez que no prestes mucha atención á las<br />

cosas que voy á decirte; pero no importa, escucha,<br />

Y el anciano bajó la cabeza, y como si recogiese todas sus fuerzas<br />

por algunos intantes, continuó a-í :<br />

— Un Hombre ha a})areeido entie nosotros, y su boca enseñaba<br />

la sabiduría. La gracia divina y la fuerza fluían de sus labios, como<br />

cae el rocío por la mañana sobre la tierra; El ha denainadit la luz<br />

sobre cuantos le han escuchado con recto y sincero corazón. A Sarai<br />

debemos su venida. ¡Bendita sea ella para siempre! — añadió arrojando<br />

sobre la bella samaritana una mirada benévola y jtaternal.<br />

— Bien >ab(s—continuó—que ellay \o hemos sufrido juntos muchos<br />

pesares, y yo la acusaba alguna v(v de haber olvidado demasiado<br />

pronti) á sus esposos poi' un nuevo amor... Mas si he sufrido<br />

mu(dio por ella, por ella también me ha venido ei consuelo. ¡ Bendita<br />

sea! Por ella. Saphan, se ha levantado de repente delante de mí<br />

la esperanza de otra vida en el sepulcro, se han disipado \a mis le-

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