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182 EL MÁRTIR<br />

cerca, y creo que admitirás el hospedaje que te ofrezco hasta que se<br />

despeje la tempestad que aun muge sobre nuestras cabezas<br />

Los santos viajeros aceptaron el ofrecimiento del bandido, y<br />

algunas horas después se hallaban instalados en la cocina del castillo,<br />

donde Dímas hizo encender una fogata para que se secaran<br />

la ropa.<br />

El hospitalario facineroso obsequió á sus huéspedes con una solicitud<br />

admirable. Sirvióles una cena abundante, y por su misma<br />

mano les hizo dos lechos formados de pieles de camello para que<br />

descansaran de la fatiga del viaje.<br />

Al dejarles solos para que se entregaran al sueño, pidió permiso,<br />

á la madre para dar un beso al Niño, y María le presentó á Jesús,<br />

diciéndole :<br />

— Bésale, señor, pues tú le proteges.<br />

Dímas imprimió un ruidoso beso en la frente del Mesías; y luego,<br />

saliendo de la habitación con sus compañeros, les dijo :<br />

— No sé lo que he sentido en mi pecho al tocar con mis labios á<br />

ese Niño; pero parece que respiro mejor y me hallo como si toda<br />

mi sangre se hubiera purificado.<br />

Poco después todo dormían en el castillo; tan sólo las nocturnas<br />

cornejas revoloteaban sobre los bordes de las murallas y en las<br />

grietas de las rocas<br />

Cuando á la mañana siguiente Dímas se encaminó á la habitación<br />

de sus huéspedes, la Santa Familia le recibió con una sonrisa de<br />

agradecimiento.<br />

El bandido hospitalario mandó disponer una abundante comida,<br />

y suplicó á la Santa Familia que saliera á tomar el aire á la plataforma<br />

del castillo.<br />

— El dia está hermoso, — les dijo; — subid conmigo para que<br />

vuestro Hijo aspire el aire puro de la montaña.<br />

Los huéspedes siguieron á Dímas, admirándose de la benevolencia<br />

del bandido.<br />

Dímas, fascinado ante la mirada de¡Jesus, no apartaba sus ojos de<br />

aquel hermoso Niño.<br />

Viendo que nada le decían del motivo de aquel viaje que les obhgaba<br />

á caminar durante la noche, como gente perseguida por la ley,<br />

no quiso preguntarlo, respetando aquel secreto que no lé revelaban.

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