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24 EL MÁRTIR<br />

len, por las doctrinas de aquel joven que caminaba á su lado y que<br />

él miraba con indiferencia.<br />

¿Y Jesús?<br />

Jesús, como todo lo poseía, nada afectaba, porque sólo se finge lo<br />

que no se tiene.<br />

Su conversación era adecuada á sus cortos años, y sus jóvenes<br />

parientes según la carne, losque más tarde debia convertir en apóstoles<br />

de la fe, le escuchaban con asombro creciente y sin darse<br />

cuenta del magnético poder de sus palabras.<br />

Rudos pescadores, á quienes la luz de su Divino Maestro, esclareciéndoles<br />

el cerebro, otorgó la elocuencia sublime y santa que debia<br />

conducirles al martirio para sellar con su sangre la doctrina del<br />

Redentor\ caminaban hacia Jerusalen ignorantes aún del inmortal<br />

porvenir que les deparaba aquel adolescente que veian á su<br />

lado.<br />

Por fin llegaron á la ciudad santa, después de cuatro días de<br />

viaje.<br />

La familia de José se instaló en los pórticos del templo, en donde<br />

comieron, según la ley, el cordero sin mancha, el pan sin levadura<br />

y las lechugas amargas.<br />

Terminados los siete dias que prescribía la ley, los galileos tornaron<br />

á abandonar la ciudad, y se encaminaron hacia Nazareth.<br />

Bastante entrada la noche,, se detuvieron las mujeres, que<br />

iban delante, en el caserío desmantelado que debia servirles de<br />

albergue.<br />

María, colocada en mitad de la senda, tendió una mirada hacia el<br />

alegre grupo de galileos que se acercaba<br />

El sonrosado color de las frescas mejillas de la Virgen comenzó á<br />

desaparecer.<br />

José habia llegado, y Jesús no estaba con él.<br />

—¿ Y mí Hijo?— preguntó María, dirigiendo en derredor suyo<br />

miradas aniiustíosas.<br />

— ¿ Contigo no salió de la ciudad ?— le respondió estremeciéndose<br />

á su vez el santo patriarca.<br />

I. Pascal ha diclio : « Yo creo de muy buena gana la historia cuyos testigos so<br />

dejan degollar. »

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