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Libro hacia un dialogo

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Hacia <strong>un</strong> diálogo entre México y China<br />

Por ello, al hablar hoy sobre las relaciones económicas y comerciales<br />

entre México y China, las principales respuestas sobre el desfase presentado<br />

tienen que buscarse en el marco de las decisiones que tomaron<br />

ambos países a finales de la década de los 70 y a inicios de los 80 y en<br />

los resultados que esto ha acarreado a cada nación. Como dice el proverbio<br />

chino: “Si quieres conocer tu pasado, mira las condiciones de tu<br />

presente; y si quieres saber tu futuro, analiza lo que estás haciendo hoy”.<br />

Cuando se agotó su modelo económico, México inicia el cambio en<br />

1982 al abrir su economía <strong>hacia</strong> el exterior y al dejar atrás el modelo de<br />

sustitución de importaciones de los últimos 30 años. Bajo la euforia de<br />

las corrientes económicas occidentales de la época, principalmente de<br />

Estados Unidos, México instrumenta <strong>un</strong>a economía ortodoxa de libre<br />

mercado en medio de <strong>un</strong>a precipitada sobrevalorización de sus principios<br />

teóricos. Al hacerlo, sus objetivos prioritarios fueron: aumentar el<br />

ahorro interno, estabilizar el mercado cambiario y reducir la escasez de<br />

divisas, promover el empleo y “proteger la planta productiva” y combatir<br />

la inflación, entre otros. Un factor muy importante fue que se desató <strong>un</strong><br />

proceso de venta y desmantelamiento de activos estatales, así como <strong>un</strong>a<br />

desregulación y liberalización de la economía j<strong>un</strong>to con <strong>un</strong>a apertura<br />

externa. De este modo, a partir de 1983 comenzó <strong>un</strong> agresivo proceso<br />

de apertura de mercados con el 16% de liberalización del total de las<br />

importaciones, que para 1988 ya comprendía cerca del 80% del total de<br />

las compras internacionales, dos años después de la entrada de México<br />

al GATT, (1986), fecha en la que China apenas presentaba su solicitud de<br />

ingreso, que fue aceptada hasta 2001. A<strong>un</strong>ado a lo anterior, en 1987, en el<br />

marco del Pacto de Solidaridad Económica, México estableció de manera<br />

<strong>un</strong>ilateral <strong>un</strong> arancel máximo de 20%, con cinco niveles arancelarios, lo<br />

cual derivó en que para 1988 el arancel promedio se fijara en 10.4% y el<br />

promedio ponderado en 6.1%. En vista de lo drástico de la medida, ésta<br />

tuvo que reconsiderarse en 1989, a<strong>un</strong>que muy ligeramente, de modo<br />

que el arancel promedio y el promedio ponderado se llevaron a niveles<br />

de 13% y 10%, respectivamente (Blanco Mendoza 1994). Esta apertura<br />

de choque, llevada a cabo en aproximadamente cinco años (1983-1988),<br />

tuvo como objetivo en su parte medular “el crecimiento sostenido del<br />

empleo, que mejore la tasa de crecimiento de las oport<strong>un</strong>idades de trabajo<br />

y su nivel de rem<strong>un</strong>eración” (Blanco Mendoza 1994:84), a lo cual<br />

habría que agregar que se priorizó la protección al consumo −la compra<br />

más barata de bienes sin importar su nacionalidad−, hasta alcanzar<br />

niveles irracionales, como también sucedió en Estados Unidos. Sobre<br />

el programa anterior hay que agregar que en todo momento se sobreestimó<br />

la fuerza y la autonomía del “mercado”, lo que provocó en con-<br />

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