libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
CRUCE DE CAMINOS. SEÑALES EN LA VÍA
Sólo pensamos en ganar y lo único que hemos logrado es perdernos en el
juego. La vida se nos convirtió en una carrera frenética que no nos conduce a
ninguna parte: vamos y volvemos y terminamos por llegar al lugar de donde
nunca deberíamos haber partido.
No fluimos con el río de la vida. Nuestras tensiones nos impiden crecer. No
solo suponen estancamiento, sino también, aflicción, enfermedad, vejez y
muerte. Hay que comenzar por derribar murallas y quitarnos de una vez por
todas las corazas.
No hemos aprendido a convivir con nuestras dudas y limitaciones, al no ser
conscientes de que hay cosas que se escapan de nuestro control. Nuestra
inseguridad estriba en no saber gestionar y dirimir nuestros temores.
La vida está llena de insignificancias así como el año de instantes y las
montañas de granos de arena, afirmaba Lin Yutang. Es así como pasa
inadvertido para nosotros el valor de las pequeñas cosas.
No sabemos cómo es la vida, ni lo que puede llegar a pasarnos. La expresión
“navegar” se refiere al acto de vivir. ¿Y qué es lo importante en la navegación?
Saber a dónde queremos ir.
La vida verdadera, es decir, la que nos daría plenitud siempre pugna por
salir. Y si no encuentra un camino, retrocede, almacena energías y embiste
con fuerza hasta abrir una rendija.
La vida de un hombre transcurre entre eso que llama destino y que él cree es
el camino, y el verdadero sentido que le dan sus pasos cuando deambula por
el sendero del libre albedrío.
Nos aferramos a nuestros bienes, nos pasamos la vida rezando con las
cuentas secas del deber. Cuantos más deseos se siembran, menos felicidad
se cosecha.
La única forma de que no se manifieste la vida es construyendo muros para
contenerla. Es así como nuestras energías se pierden en una labor dura e
inútil.
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