libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
Es por ello que la educación debe exigir cambios económicos y sociales en
las dinámicas y las prácticas individuales, colectivas e institucionales que
tiendan hacia la equidad y el compromiso sinérgico para superar el atraso,
las segregaciones y las desigualdades.
Vamos a recordar algunas expresiones aleccionadoras. Alfredo Molano por
ejemplo, en un artículo periodístico “El miedo que nos tenemos”, señalaba:
“He volteado por zonas de colonización y metederos de pueblos, por ríos y
caminos buscando al hombre, pero confieso que siempre encontré el miedo.
El miedo al policía y al juez, al terrateniente y al comerciante, al bandido y
al guerrillero; el miedo al ignorante, el miedo al pobre, el miedo al sucio. La
violencia quizás no es sino el miedo que nos tenemos entre todos. Guardo la
esperanza de que al quitarnos las máscaras que tanto nos asustan y vernos
por fin las caras, comencemos a derrotar la violencia”.
Jaime Zuluaga Nieto (“Conflicto y vida social”), nos deja una profunda
reflexión: “Desde los espacios de lo cotidiano, del hogar, del barrio, de la
empresa, de la escuela, es desde donde se construye la democracia, porque
allí podemos hacer el siempre difícil aprendizaje de asimilar la diferencia
no como una carencia o una desgracia sino como algo positivo. Desde allí
podemos aprender a vivir no a pesar del conflicto sino con el conflicto; sólo
así, en su multi-dimensionalidad, será posible afrontarlo, no para eliminarlo
sino para tramitarlo sin la supresión del otro y será realizable entonces, la
tesis de Estanislao Zuleta: “Un pueblo maduro para el conflicto, es un pueblo
maduro para la paz”
En el trabajo pedagógico sobre Derechos Humanos, el Instituto Luis Carlos
Galán abrió la discusión a finales de siglo: “La violencia en nuestro país
tiene cifras que son del orden de 30.000 homicidios en un año, además de
otros hechos violatorios de los derechos humanos. Comúnmente hablamos
de conflicto armado, pero los enfrentamientos entre ciudadanos, hombres y
mujeres que no reconocen el valor de la vida humana, constituyen la mayor
fuente de hechos violentos. La educación política busca ofrecer nuevas
comprensiones del problema y así, contribuir al acercamiento de un tan
anhelado proceso de paz”.
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