libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
que se veía obligado a encerrar a los que querían salir para impedirles huir”.
Con la caída del vergonzoso Muro se derrumbó también la fe de millones de
hombres y mujeres puesta en un fementido régimen igualitario.
Los dos imperios, sumidos en su borrachera ideológica y sus victorias
pírricas llámense socialistas o neoliberales, nunca reconocieron la forma
cruenta e inhumana cómo dividieron a un pueblo y lo sometieron durante
casi 40 años a sus intereses geopolíticos. Miles de familias quedaron separadas
durante décadas viviendo el horror y el dolor de esa injusta división. Muchos
intentaron pasar el muro, pocos lo lograron, y otros más sucumbieron bajo
las balas de los guardias y las zonas minadas que se extendían a lo largo del
odioso espigón.
Al lado de otros muros de cemento y hormigón que aún existen, hay
otros que son virtuales y se miden ya no en kilómetros, sino en gigabytes
globalizando, mundializando el oprobio, la exclusión, la marginalidad y
el confinamiento. Eduardo Galeano (“El desprecio como destino”) afirma
que el Muro de Berlín no alcanzó a cumplir 30 años, pero hay otro muro
que celebró 5 siglos de intercambio desigual, extorsión financiera, sangría
de capitales, alienación cultural, monopolio tecnológico e informacional…
“ladrillos que día a día se agregan a medida que crece el drenaje de riqueza
y soberanía desde el Sur hacia el Norte del mundo”.
Hace 26 años cayó el Muro de Berlín. Otros baluartes xenófobos en
todas las latitudes siguen defendiendo los alcázares de un falso nacionalismo
y alimentando la pandemia de un morboso chovinismo… Vemos cómo
siguen enhiestos e incólumes los bastiones del odio, la exclusión y la
insolidaridad, las bardas de la infamia, el etnocentrismo, la discriminación y
la crueldad.
Las barreras socioculturales y políticas son más fuertes que el material con que se
construyen los muros de cemento, ladrillo y alambre.
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