libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
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Bernard Shaw. Cuatro siglos antes, Leonardo da Vinci soñaba con un día
en el que los hombres conocerían el alma de los animales y matarlos sería
considerado un delito como matar a un hombre.
• Se ha comprobado -dicen los científicos-, que la abeja no puede volar
y que las leyes aerodinámicas así lo han comprobado: su cabeza y su
cuerpo son muy grandes y sus alas muy pequeñas... sencillamente la abeja
no puede volar, pero nadie se lo ha dicho, ni le han impuesto semejante
restricción... Así que la abeja sigue volando.
• Mahatma Gandhi se refería cierta vez al sacrificio de animales: “Ruego
constantemente a Dios para que nazca sobre esta tierra algún gran espíritu
encendido en la piedad divina capaz de librarnos de nuestros horrendos
pecados contra los animales, salvar las vidas de criaturas inocentes y
purificar los templos”.
• En el zoológico de Bronx hay un cartel que dice: “Precaución. No
acercarse. Este es el animal más fiero que existe, el más cruel, el más
sanguinario, el único capaz de destruir en masa a su propia especie”.
Junto al cartel hay un espejo que se refleja la cara sorprendida de la
persona que asustadiza acaba de leer este aviso.
• Reflexiones de Mafalda: “El hombre es un animal de costumbres, o más
bien, de costumbre el hombre es un animal… El lobo será siempre el
malo si sólo escuchamos a Caperucita… Si los animales pudieran hablar,
no lo harían… Recomendamos cuidar el medio ambiente en compañía
de un adulto responsable”.
• El humanista alemán Albert Schweitzer, concluía: “No me importa si el
animal es capaz de razonar, sólo sé que es capaz de sufrir, y por eso lo
considero mi prójimo”. El filósofo Inglés Jeremy Bentham insistía en su
tiempo en que la cuestión no era: ¿pueden razonar?, ni ¿pueden hablar?,
sino ¿pueden sufrir?
• Dos cosas llaman la atención de la feminista francesa francesa Flora
Tristán: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres.
Ninguna expresión resume nuestra contradictoria, mentirosa y absurda
condición como aquella con que nos ha rotulado la Antropología: “homo
sapiens recens”.