libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
York Times” durante 145 semanas. En uno de sus relatos narra cómo en un
escondrijo del alma vive una vieja que todos conocen pero pocos ven. Le
llaman “la huesera o trapera”.
Su ritual mágico consiste en recoger huesos de lobo con los cuales forma
un esqueleto. Luego se sienta junto al fuego, levanta los brazos y se pone
a cantar. La osamenta se cubre de carne y comienza a crecerle el pelo. La
bruja sigue cantando y la criatura empieza a respirar, abre los ojos, pega
un brinco y escapa presurosa cañón abajo. En su veloz carrera, la criaturaloba
se transforma, de repente, “en una mujer que corre libremente hacia el
horizonte riéndose a carcajadas”.
Dentro de cada mujer existe una vida secreta, una fuerza poderosa llena
de instinto, magia, creatividad y sabiduría: es la mujer salvaje, una esencia
innata y milenaria que se va extinguiendo debido a los acechantes lances de
una sociedad light que intenta “civilizar” la mujer y constreñirla a ridículos
perfomances y glamurosos papeles esteticistas. Los lobos como las mujeres,
han sido el blanco de aquellos que no sólo quieren colonizar la selva, sino
también el territorio salvaje de su psique, sofocando lo instintivo y natural.
La mujer loba muestra aguda percepción, fuerte intuición, espíritu lúdico y
una elevada capacidad de afecto; es sociable, fuerte, resistente y protectora;
se preocupa por su pareja, sus hijos y su extensa progenie; sabe adaptarse
a las circunstancias cambiantes de la vida con flexibilidad; es fieramente
grata, noble y valiente. La mujer salvaje se conecta con su naturaleza
intuitiva, instintiva, perceptiva y visionaria. No acepta rutilantes etiquetas
ni estereotipos injuriosos que la hacen ver como “rara”. Esto le permite
escuchar esa voz ancestral que la invita a sentir, amar, crear y ayudar.
“Una mujer sana se parece a una loba: robusta, colmada de fuerza vital que
la hace poderosa, dadora de vida, consciente de su territorio, ingeniosa, leal
y en constante movimiento”. Al sentir que su vida se estanca en el tedio y
la mismidad, escucha y acude en su oquedad interior al llamado primigenio
y atávico; renueva permanentemente su capacidad sensorial, resiliente y
adaptativa; se mantiene firme en sus valores y fiel a ese mundo irredento y
libre al que sabe pertenecer.
352