libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
Muchos pedagogos perciben la escuela como una despensa llena de
dispositivos instrumentales que reglamenta, interviene, controla, juzga y
sanciona (el panóptico de Foucault). Allí los agentes educativos están bajo
“estricta” observación, regidos por relaciones y mecanismos (códigos y
señales) de poder.
La escuela ha perdido su rumbo y su andar, confusa y errabunda no sabe
qué hacer y para dónde coger al ver que sus viejas tácticas y estrategias
cotidiano-negadoras y elusivas ya no dan resultado. La realidad se impone
con su abrumadora brutalidad e irrumpe en nuestras cómodas y mediocres
plataformas curriculares.
Es un error seguir creyendo que al asumir una pedagogía crítica, asuntiva
y liberadora, nuestros estudiantes se traumatizarán al conocer nuestros
oscuros orígenes institucionales. Esto no los tiene por qué volver revoltosos
y anarquistas… simplemente los vuelve reflexivos, críticos y propositivos.
Así no sea aceptado por muchos, es en torno al conflicto que se dan los
aprendizajes significativos, las transformaciones conductuales, los cambios
en las formas de expresión y de acción, los procesos auto-reflexivos, críticos
y creativos que facilitan la transformación de las ideas en acciones.
El camino que usualmente ha tomado la escuela es aquel que lo conduce y
limita a enseñar, reglamentar, exigir obediencia, satanizar y eludir el conflicto.
Se alecciona en la búsqueda de una igualdad y una democracia fementidas al
tiempo que se incapacita y se esteriliza para asumir el conflicto.
Es hora de construir una pedagogía crítica, propositiva y alternativa que
no enseñe a guardar silencio y a fingir sobre lo que se dice, se piensa o se
siente. Es hora de impulsar una praxis educativa que al formar en y para la
convivencia, permita que la palabra se reivindique y retorne del exilio.
La pedagogía como un campo praxiológico de intervención en lo
ideológico, académico, formativo y cultural, ha sufrido un fuerte proceso
de desestructuración simbólica y axiológica y ha dejado, a su vez, de ser
propuesta, escenario y proceso que evoca, invoca, exhorta y acoge.
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