libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
E. LIDERAZGO FEMENINO Y PODER DE GÉNERO
Nos unimos a la celebración del Día Internacional de la Mujer con una mirada
crítica, asuntiva y propositiva sobre el renovado y transformador papel que debe
desempeñar la mujer en el nuevo siglo y milenio.
“No se nace sino que se deviene mujer”, decía acremente Simone de
Beauvoir en su “Segundo sexo”. Muy lejos de los resguardos embera-chamí
donde aún se práctica la infibulación o clitoritomía, en Etiopía son cientos
de miles de mujeres las que son sometidas, hoy día, a la brutal práctica
de la ablación ante la mirada impotente de la OMS y las organizaciones
feministas. En los Emiratos Árabes Unidos, una ciudadana indonesia de 35
años ha sido condenada a muerte por lapidación acusada de adulterio, tal
y como prescribe la “sharia” o ley coránica. La mujer embarazada de su
amante, reconoció la culpabilidad.
En 1995 una ciudadana filipina de 16 años fue condenada a muerte por
matar a su patrón. Se demostró que había sido violada en repetidas ocasiones
y sólo entonces la sentencia fue conmutada por un año de cárcel y 100
azotes. En Jordania, miles de personas se han manifestado en Amán contra
“los crímenes de honor”, práctica ancestral amparada por el artículo 340
del código penal local que da derecho a matar a mujeres sospechosas de
adulterio. Durante los últimos años, más de 50 mujeres han muerto en estas
circunstancias. El Frente de Acción Islámica, con sus imanes (sacerdotes)
como custodios, realizan a su vez, una contra-manifestación y declaran que
la abolición del artículo 340 supondría un atentado contra las leyes coránicas
y la identidad islámica.
Hay dos seres separados en el umbral de los nuevos tiempos que se miran con
sigilo y con recelo. Han estado juntos, a lo largo de la historia, compartiendo
el acontecer cotidiano de las palabras y las obras sin percatarse el uno y
la otra de su indiferencia secular y su olvido milenarios. Su presencia
recíprocamente inadvertida, doblegó las fuerzas de la naturaleza y las puso
al servicio de su creación más excelsa: la cultura. Fue en este escenario, fina
trama y urdimbre de códigos y de símbolos donde los actores aceptaron sus
papeles seculares.
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