libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
Era una lora que vivía en una jaula de oro en los alones de un palacio y
gritaba todo el día ¡libertad! ¡Libertad! Un día, un huésped le preguntó al
rey por qué no dejaba libre al ave y éste le respondió que se trataba de un
valioso regalo que le habían hecho. El visitante insatisfecho con la respuesta
y conmovido por las súplicas cantoras del animal, retornó sigiloso en horas
de la noche al salón real, abrió la puerta de la jaula y dejó que el ave volara
libre por los aires… Al otro día, sorprendido el forastero observó como la
lora estaba nuevamente en la jaula gritando ¡libertad! ¡Libertad!
Los comensales estaban sentados en torno a una mesa ricamente servida
con alimentos apetitosos y exquisitos. Pero algo curioso sucedía: todos los
viandantes lucían hambrientos y con un gesto demacrado. El motivo era
evidente: los cubiertos con los cuales se debían servir los alimentos eran
demasiado largos y al estirar el brazo nunca conseguían llevarse nada a la
boca. De pronto alguien les enseñó el secreto que cambiaría esos rostros
famélicos por semblantes alegres y saludables: con aquellos largos palillos
cada uno alimentaba al compañero que tenía enfrente.
Cuenta el periodista francés Jean Jacques Servan Schreiber, que Pan Kin,
el más grande poeta chino contemporáneo fue invitado a Francia por el
presidente Francois Miterrand para recibir una condecoración del gobierno.
“¿A conocer a quién? ¿A ver qué cosas interesantes? Usted comprenderá
-añadió el sabio octogenario disculpándose-, que yo me siento como un
hombre a quien sólo le quedan siete dólares en su haber… y no los quiere
malgastar en baratijas”.
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